Miraremos recelosos a nuestra chavalada acusándoles de mancillar el orgullo patrio, pero la culpa está más arriba. Un sistema educativo maleado, convertido en objeto arrojadizo entre partidos durante décadas, incapaces de llegar a un acuerdo de Estado. Culpa de los recortes y carencias tras tanta mangancia y un desinterés generalizado por la cultura, la excelencia o la meritocracia...
La reacción de muchas consejerías es la esperada: escurrir el bulto y echar la culpa a errores y falta de fiabilidad del informe en cuestión. El clásico "el profesor me tiene manía". Lo que no falla en el informe es un clásico de este país: a mayor nivel económico familiar menos fracaso escolar. Es más determinante para el expediente académico una economía sana que el esfuerzo, la dedicación y la motivación.