Tengámoslo claro: Las fiestas no son seguras para más de la mitad de la población. Las mujeres que acuden a disfrutar de una fiestas patronales a partir de una hora nunca pueden hacerlo solas. Sólo hacerlo en grupo o con pareja les ofrece un mínimo de seguridad para poder relajarse, beber, bailar...en fin, todo aquello que hacemos la mitad masculina de la sociedad, sabedores de que no nos vamos a encontrar una mano furtiva en el culo, un baboso que nos clave los ojos en el escote, comentarios repugnantes o mil y una ofertas de dudoso gusto.
Los ayuntamientos han empezado a reaccionar a este realidad y tras los "puntos lilas", esos centros de información y denuncia que llegaron hace años a las verbenas, llegan ahora los "servicios de acompañamiento". Puntos de salida para que ellas puedan regresar a su casa escoltadas.
Cada media hora agentes de paisano acompañan grupos de mujeres hacia tal o cual barrio para evitar encuentros desagradables. Y si el barrio está lejos de la zona festiva, consistorios como el de Santurtzi contratan un minibus para que las féminas puedan llegar a casa y redondear así una jornada festiva.
No vayan a creer que el bus las deja en una parada y sigue su camino. No. El vehículo espera hasta que un agente acompaña a cada joven hasta su portal. Sólo entonces el guardia urbano da por terminada su labor de acompañamiento.
Es un servicio que obliga al consistorio a un esfuerzo extra y a movilizar personal. Pero de momento y hasta que la educación paritaria y en igualdad cale hasta en el último cafre de nuestra sociedad, parece la única forma de que las mujeres puedan volver a casa sin esconder un puño en el bolsillo apretando las llaves.
Un servicio eficiente para tratar de reducir el alarmante número de agresiones sexuales que se dan en España. Tantas veces cobardemente escondidos tras excusas como el alcohol o "la fiesta".