El laboratorio norteamericano Moderna, los chinos de Sinovac y la universidad de Oxford parecen ahora mismo los caballos ganadores en un remedo de nueva carrera espacial por ver quién llega antes a la ansiada vacuna. La carrera de súper potencias no sólo es por salvar el mundo con una vacuna en tiempo récord. Eso, para los gobiernos que acogen los laboratorios, es un simple detalle. Es el liderazgo mundial lo que está en juego. Un anhelado descubrimiento científico para marcar paquete y retener el título mundial, si americanos o europeos son los vencedores, o inaugurar una nuevo imperio, si los chinos dan con la fórmula. Algo así como la carrera colonial entre portugueses y españoles a finales del siglo XV, pero con probetas en vez de carabelas.
Parece que en esta carrera será difícil dilucidar un ganador claro ya que los países van a adquirir más de una vacuna para cubrir necesidades y las preferencias se decantan más por la norteamericana y europea. Hasta los chinos prefieren vacunas occidentales, aseguran los expertos.
Parece que el "made in China" aún despierta recelos y sigue dando más confianza el rubio doctor John Smith de Massachusetts, que el chaparro y miope profesor Ying, residente en Beijing.
Los chinos juegan en desventaja así que han optado por dar sensación de fortaleza y efectividad anunciando hace días la primera vacuna contra la Covid, que de momento y para no tener que ir más allá del titular y el postureo, será de uso exclusivo de su ejército. Que la usen los chavales por si acaso. La OMS recomienda que un inyectable de este tipo debe respetar un periodo de entre 12 y 18 meses antes de estar disponible, pero Pekín pasa de esas mojigatas normas occidentales tan decadentes y acorta los plazos a un puñado de días. Afortunadamente para la infantería china parece que no tendrán que probar la vacuna express del laboratorio CanSino salvo caso de fuerza mayor. Algo que también alivia al laboratorio de Tianjin, conocedor de que esa vacuna tiene más fallos y agujeros que una película de kung-fu.
Los científicos de Moderna se centran en un trabajo anterior que habían desarrollado contra el cáncer. Por lo visto sencilla de construir pero económicamente muy costosa. Del gusto de Trump, que ha volcado ingentes recursos y apoyo institucional como única manera de salvar su nefasta gestión en la pandemia. Comparable a la de un mono borracho.
La vacuna de Oxford ha pasado ya a los ensayos humanos y su desarrollo corre que se las pela. Nada como un virus que golpee en las zonas ricas del planeta para que haya abundante lluvia de recursos y atención institucional. El remedio inglés pinta fetén pero aún es pronto para saber si será la que mejor funciona de las 140 que están en marcha.
Isabel Sola, codirectora de la vacuna española, decía ayer en Eldiario.es que incluso la solución española podría estar en fase de producción para 2021, y no niega la posibilidad de que alguna pueda estar en los mercados para navidad de 2020. El Covid podría no tomarse el turrón en nuestro organismo. Una vacuna desarrollada tan sólo un año después de verle la jeta al SARS-COV-2. Ay si corriéramos igual para otras plagas mundiales de más fácil solución.
No estar en la selecta carrera por curar la peste del siglo XXI debilita la imagen de cualquier país que se precie, así que rara es la nación con ínfulas que no se suma a la competición. Algunos con más ruido y postureo que efectos contrastados. Putin, que gusta de estar en todas las salsas, hace ya una semana que anunció no sólo la respuesta rusa a la Covid, es que ya la está repartiendo. El anuncio lo hace el ministerio de defensa ruso, que no se marca un tanto desde la caída de Berlín, y asegura que tiene una vacuna "efectiva y sin reacciones o efectos no deseados", y que ya hay quién desde el 23 de junio disfruta de sus beneficios, después claro de probarla en reclutas. Parece que los millonarios rusos han salido de sus dachas para inocularse con este último logro de la ciencia rusa. Al preguntar al Kremlin si el camarada presidente de la federación había probado la vacuna o su proverbial hombría le librara del mal, han contestado con poca seguridad en su hallazgo: "No sería buena idea usar una vacuna no certificada con el jefe de Estado". Parece que Vladimir Vladimirovich esperará también al inyectable de Moderna.
Kim Yong Un, que tampoco se pierde una fiesta, ha anunciado por su parte que la efectividad de su vacuna habría sido comprobada en animales. O disidentes, no lo recuerda bien. El lamentable estado de las finanzas norcoreanas y su casi inexistente investigación médica no han sido cortapisa para anunciar una solución rápida. Y eso que prisa no tenían. Corea del norte no ha reportado caso alguno de Covid. A ver si el virus es incompatible con el hambre...
El gigante indio también se ha puesto la bata. Y para no dar sensación de holgazanería y procrastinación, el gobierno de Nueva Dheli ya ha puesto fecha a su remedio: el 15 de agosto, Shiva mediante. Luego han aclarado que esto era una fecha orientativa. Que si en agosto en Bombay los proveedores no curran, que si el día de la independencia cae en lunes...lo cierto es que los propios y hasta entonces olvidados científicos indios han alertado de la gravedad de saltarse procesos y estándares científicos rigurosos.
Hay quien asegura que los países en liza deberían abandonar sus diferencias y compartir la información para vencer al enemigo común. Pero algunos expertos hablan de la conveniencia de un podium compartido. Disponer de varias opciones con distintas especificidades permitirá administrar la más adecuada según individuo y situación, aseguran en "The Conversation". Factores como la estacionalidad, la diversidad geográfica sanitaria y social han influido en la enfermedad y afectará a la estrategia de la profilaxis, añaden en esta publicación científica.
Cuando ya esté aquí la cura quedará otro tema no menos peliagudo. El orden de profilaxis.
Parece que la potencia fabricante empezará por su barrio. Una vez más el pasaporte y la cuenta corriente primarán sobre la urgencia.
Siempre claro que usted quiera vacunarse, no vayan a encalomarle un nanobot para escuchar sus apasionantes conversaciones en el bar de la esquina, un tema de importancia vital para Soros, Bill Gates y el Mosad. Aunque parece que por ahora el Presidente de la universidad católica San Antonio de Murcia se va a quedar sin argumentos, ya que la comunidad científica, de la mano y no sin cierta sorna, han vuelto a asegurar que es imposible introducir chips en unas vacunas cuyo único fin es curar. No que veranees en Marina D'or contra tu voluntad.