Fíjate lo que te voy a contar. El otro día leí unos ensayos de James Baldwin, el célebre escritor y activista por los derechos civiles afroamericanos, y en seguida identifiqué los paralelismos entre el sexismo y el racismo. Es inevitable, esto ya está más que hablado. Su análisis del racismo y de cómo le afectaba a él yo los leía extrapolando sus palabras al machismo y mis circunstancias.
Lee esto que dice Baldwin un momento, que verás cómo entiendes lo que quiero decir, y ya después de leerlo me vuelvo a poner en modo titiritera ON, que es lo mío; pero lee, lee, verás: "Empezaba a parecer que uno iba a albergar en la mente para siempre dos ideas aparentemente contrapuestas: primero la aceptación, la aceptación totalmente libre de rencor, de la vida tal como es, y de los hombres tal como son (…) La otra idea tenía una fuerza semejante: que, a lo largo de la vida nunca tendría que aceptar estas injusticias como algo corriente, sino que tenía que combatirlas con denuedo. Pero como esta lucha se origina en el corazón, tenía que aplicarme para mantener mi corazón libre de odio y de desesperación".
Por eso, pensé yo, hay que elegir bien tus amistades, tus alianzas, tus parejas. Hay que procurar, en la medida de lo posible, estar tranquilas, ya que el mundo no gira de nuestro lado. Por eso, escúchame bien, hay que huir absolutamente de una categoría de machirulo del que os voy a hablar a continuación. Del único, del inimitable, del aguerrido HOMBRE PLANTA.
Los reconocerás porque, en grupo, los HOMBRES PLANTA son distantes, observadores, no participan, no toman partido, se mantienen al margen. Y tú puedes pensar que esa actitud discreta, como si nos estuviera evaluando a todos, al principio es enigmática y misteriosa, y te produce respeto, e infunde un extraño encantamiento sobre ti, y sobre el resto, ojo. Y llegas incluso a pensar: "qué personalidad". Pero en un momento dado, en ese grupo se empieza a hablar de feminismo, y hay plastas que empiezan con sus "peros" y sus "no hay que ser radical en esta vida" y toda una suerte de memeces en pleno 2019. Y tú ese día decides argumentar y defender tu postura, una vez más (que ya estás agotada), y te pones vehemente porque tus interlocutores no atienden a razones. Y es entonces cuando el HOMBRE PLANTA decide por fin participar negando tímidamente con la cabeza, como diciendo "así no", desaprobando tu tono y tus formas. EL HORROR.
El HOMBRE PLANTA, ya te digo, no se moja, no se pringa, ni siquiera es equidistante, no le oirás jamás decir tonterías como '"hay dos tipos de fascistas: los fascistas y los antifascistas" o "Ni machismo ni feminismo, igualdad". Es todavía peor: ni siquiera le oirás rebatirlas.
A lo mejor, después de todas estas pistas crees que merece una oportunidad como amigo o como pareja, pero escúchame bien, si decides quedar a solas con el HOMBRE PLANTA, como tú no estés animada, no hay dios que salve esa tarde, porque además es un coñazo de señor.
Él va a permanecer ahí inerte, callado, y aunque tú pienses que sois dos personas que votáis al mismo partido, que sois dos personas medio decentes, cultas, y que si fueseis estadounidenses leerías ambos las reseñas literarias del New Yorker, tú no vas a conseguir nada del HOMBRE PLANTA. No vas a penetrar en toda esa introspección o en ese pretendido tormento o supuesta melancolía, no vas a hacer que se abra, no vas a hacer que se confiese, no vas a hacer que se ponga de tu lado. Porque el HOMBRE PLANTA es la NADA. Es un ser tan extraño para ti como para sí mismo.
Y tú, que eres muy consciente del entorno en el que habitas porque eres feminista, eres valiente, vas a la contra, lo tienes todo muy analizado, e intentas vivir en un mundo, como dice James Baldwin, en el que aceptas sin remedio las circunstancias, pero que no puedes dejar de fiscalizar la injusticia flagrante en la que vives como mujer, o en la medida de lo posible, luchar contra ella; tú que has hecho un ejercicio de conocerte a ti misma, no puedes mantener relaciones de ningún tipo con alguien que no se ha pensado, que no ha analizado la posición que ocupa en el mundo respecto a ti y a tu género y que por tanto no tiene ningún tipo de empatía con tu situación.
Una persona que es un extraño para sí mismo es un peligro para la persona que sí se conoce. El HOMBRE PLANTA te sobra, no te aporta, te vampiriza, el HOMBRE PLANTA ES UN INCORDIO SIDERAL. El HOMBRE PLANTA ya no nos sirve porque es cómplice. Si no te pringas, tú no eres mi hombre. Planta.