"Siempre creemos que la felicidad está donde no estamos", dice el acervo popular. Y efectivamente. Hoy es lunes, pero yo escribo esto un sábado por la mañana, antes de saber qué gobiernos municipales y autonómicos marcarán nuestros destinos. Espero que por la parte que me toca, hoy lunes sea felicísima y así pueda estar simpatiquísima el resto del día, sabiendo que la izquierda gobierna en Madrid, a Dios le pido.
Pero mira, como aún no lo sé, te voy a contar cosas. Vivimos en una era, la de las redes sociales, en la que la gente trata de dar sentido a su vida reflexionando sobre sí misma y sus circunstancias. Con una necesidad de dar testimonio, y de hacer de tus opiniones, de tus creencias, de tu propia vida, algo significativo. Bien. Una persona que se hace llamar Foodie en Twitter y que dice que le "encanta desayunar y ver series", me ha estado dando la paliza, pero una cosa de no creer, porque ha considerado que mi opinión sobre el final de Juego de tronos es abominable.
Foodie, al que le diría desde aquí que el mero hecho de vivir no otorga reconocimiento -se lo digo desde aquí porque le silencié ya en la quinta intervención, Foodie hablaba y yo no le contestaba-, le explicaría también que una persona que se autodenomina Foodie no merece ni siquiera que le den los buenos días. Mira Foodie, no creo que te definas así para que alguien con sentido común, sentido de Estado, o sentido simplemente piense que eres idiota. Supongo que te chiflará formar parte de una comunidad. De la comunidad de los Foodies. Es muy importante sentir que formas parte de algo, sentirse miembro de un grupo, de una pandilla, de un clan, de un equipo. Pero ojo, Foodie, ten cuidado porque el grupo, la comunidad, en ocasiones hace que la gente se vuelva obtusa, boba, lerda, y mala. Pero eso ya lo descubrirás con el tiempo, Foodie, que este verano vas a estar muy ocupado con esas vacaciones gastronómicas que seguro que habéis organizado, y en las que el móvil -extensión del brazo del foodie- será vuestro mayor aliado y vuestros hashtags -#comidaCanalla, #cardamomo #minimamenteProcesado o #artesanal-, los lemas de unos días inolvidables. Horreur.
A todo esto, ¿será Calamaro foodie? Como a él también le gusta autodefinirse, igual se dejó este calificativo. Fíjate que dijo de sí mismo que era ácrata, liberal, socialista y reaccionario, todo ello cuando medio insinuó su simpatía por ese nuevo partido ultraderechista, ¿te acuerdas?. Bueno, por supuesto sabemos que alguien que se denomina ácrata, liberal, socialista y reaccionario no es ni ácrata, ni liberal, ni socialista. Reaccionario, sí. Eso sí.
Hoy estoy yo un poco cabreada, esa es la verdad, pero convengamos que una persona que se autodefine no es una persona de fiar, excepto Bette Davis, mira tú por donde. La actriz dijo de sí misma esta genialidad: "He sido intransigente, picante, intratable, monomaníaca, carente de tacto alguno, volátil y muchas veces incluso desagradable... Creo que abarco más facetas que la vida misma". Toma ya. Así que aprovecho para recomendarte una película que ella protagoniza, Su propia víctima, en la que Davis interpreta un doble papel haciendo de dos hermanas gemelas y en la que está muchísimo más cabreada que yo hoy. Una gemela mata a la otra y asume su personalidad. Si fuera foodie te diría: #delicatessencinéfila. Pero como no soy idiota te digo: peliculón.