En una ocasión, Ferreras me interpeló en directo sobre España, en concreto sobre la justicia española: ¿Es España una democracia completa? Respondí como pude, escasamente convencido de mi respuesta. Hoy sigo igualmente confuso. Grandes pensadores políticos del país sostienen con dolor que es una democracia defectuosa, es decir, sin cuajar del todo.
El azar ha querido que, chispa más o menos, el primero de octubre haya sido una fecha plagada de coincidencias y efemérides. Una fecha que quisiéramos olvidar por los golpes a la Constitución y, también, por los golpes, apaleamientos a la gente, que, en cualquier caso, acudía creyendo o convencida de que votaba democráticamente por sus ideas.
Los eficaces servicios policiales y judiciales, tres años después, -todo un símbolo o un síntoma-, han identificado e imputado a aquel policía que utilizaba el vuelo sin motor y la patada no reglamentaria para disuadir a los convocados a las frágiles urnas; muchos de los ciudadanos del Estado nos sentimos desairados y golpeados.
Rato, el príncipe de la economía popular, ha obtenido el tercer grado después de ser absuelto de los desmanes de Bankia que tanto dolor causaron a tanta gente humilde. El BBVA, con sus antecedentes insolidarios, pide a sus arrendadores una rebaja del 20% mientras no deja respirar a sus deudores.
Coincide con la publicación de la orden del Gobierno de confinamiento perimetral en la lucha contra la pandemia, contestada y recurrida por el Gobierno de Ayuso, con la opinión contraria de Aguado, pero cómplice. Madrid rebelde o sediciosa, impune, mientras Torra caía destituido de la Presidencia de una Comunidad Autónoma por desobedecer a un órgano administrativo.
El Congreso aprueba por mayoría absoluta la apertura de una comisión de investigación sobre la 'Operación Kitchen', tapadera de la colonización de las instituciones del Estado, por el PP, para ocultar y demoler su caso Gürtel. Espionaje, periodistas y medios comprados. La misma fecha en que una exconcejal de Urbanismo del PP, Pilar Martínez, se va porque afirma que "este- éste- PP da riendas sueltas a la corrupción". Y M.Rajoy, quizá, a punto de aparecer.
También, la Comisión Europea, como si fuéramos Hungría o Polonia, nos amonesta porque no se renuevan los órganos de gobierno del Poder Judicial, sin mentar que es fruto del filibusterismo institucional e inconstitucional del segundo partido del Estado. Filibusterismo que encuentra complicidad, ni más ni menos, que en el Presidente del Tribunal Supremo y del CGPJ.
De camino, el presidente citado, Carlos Lesmes, complica en una encerrona planificada al mismísimo Jefe del Estado, que, voluntaria o involuntariamente, se ve inmerso en una clara intentona de dotar de un poder impropio al Poder Judicial en la vida democrática del Estado. La denominada juristocracia que tanto daño ha hecho históricamente, como pudieron comprobar los alemanes en la República de Weimar. En aquel caso, la juristocracia fue la plataforma contra la República y el advenimiento del nazismo.
Todo, revuelto o agitado, da como resultado no sé si una democracia defectuosa- sigo sin poder responder a Ferreras -, pero en todo caso, como decimos por aquí abajo: una España preciosa.