No es que siga abierto es que no descansa, ni para de reinar, que esto no está terminado. A pesar de los malos augurios, de que se da por finado el liberalismo, el mercado piensa, porque piensa, que luego vendrá su oportunidad y, mientras, nos sacarán todo lo que puedan. Los empresarios, su patronal, -hay empresarios decentes-, se ha despachado con que el Gobierno es el culpable del paro.
En EEUU, el resultado de estos tiempos de pandemia ha sido aún más devastador pero la patronal española tiene la suerte de vivir en un país que, en el fondo, sigue teniendo los ramalazos de tiempos pasados y esto de mercado mercado, tiene poco, es papá mercado, en todo caso.
La patronal parece que no tiene nada que ver con el modelo productivo español, con el capitalismo rancio de amiguetes , palco y BOEs con la tostá en el despacho, junto a la lata del pimentón, buscando subvenciones. Nada que ver con los ERTES, ERES, despidos a las bravas, economía sumergida, horas sin pagar y lo que te rondaré Smith.
Nadie se ha percatado que estando en Madrid concentrado todo el capital económico, financiero, político, -la radialidad en todo, no solo en el transporte -, el mediático, la sedes centrales, no ha habido capacidad ni de fabricar material logístico para sus hospitales y los de toda España. Capital fallida.
En estos tiempos, la extrema derecha se niega a rebajarse la nómina en las instituciones que quiere destruir, los curas se quejan de la escasa recolecta en los cepillos, porque los fieles confían más en el confinamiento que en ir a la Iglesia,- no desesperan de la casilla de Hacienda-, las empresas de sanidad privada piden socorro al Gobierno para no arruinarse -cosas del libre mercado-, los colegios concertados siguen cobrando lo que sea, en contra de los que sea, justificando las justas críticas por su existencia.
Además, el periodismo da la nota. Compiten entre ellos, lógico, sobreviven como pueden, piden ayudas a papá Estado. La precariedad siempre ha sido enemigo mortal de la libertad de información. El clientelismo no es solo patrimonio de los políticos, los medios también lo son del poder, se ha visto en Andalucía con la COPE. Millones perdonados, licencias blanqueadas, subvenciones pendientes y apuntadas. Luego vienen esas preguntas imposibles al Gobierno por periodistas que dicen que aprobaron la carrera. La aprobaron, sin duda, pero no pueden superar a sus directores y éstos, el irrefrenable impulso de poner por delante sus intereses económicos e ideológicos a la verdad. En eso están.
Y fuera. Hay que asomarse al balcón, no solo de nuestra calle también al mundo. En EEUU lo pasarán peor que nosotros. Más paro, sin paro, más enfermedad, sin sanidad universal. Los economistas más locuaces están escondidos, no saben qué decir. No todos, algunos aún tienen la poca vergüenza de seguir mintiendo a ver si a la próxima son ministros.
El mercado sigue abierto. No me he equivocado de sección y me he ido a Jugones. Es que la patronal no para. Afortunadamente en un gobierno progresista, la ciudadanía tiene a una ministra de Empleo como Yolanda Díaz. Pero el mercado no se da por vencido y ficha, en plena pandemia, a Fátima Báñez. Quizá para recordarnos que en tiempos de inundación, lo primero que falta es el agua potable. Y en la patronal no hay.