Mientras estábamos en directo, Carmen Calvo certificaba el cierre de la vía de gobierno de coalición . No sé, las palabras tienen hoy tanta vigencia y validez como las liras italianas de antaño. Lo cierto es que Pedro Sánchez se ha lanzado como los suyos a la prédica de un relato que apenas deja sitio a salvo para el ya ex socio preferente, menos para que los pontoneros inicien trabajos previos para tender puentes o algún camino de escapada.
La prédica sigue intacta, apenas nada ha cambiado, es como si no hubiera perdido dos sesiones consecutivas de investidura con el único voto auxiliar de sus amigos cántabros. Y dos investiduras sin apoyo de Podemos, sí, pero cada vez que se dice presidente debería encenderse un piloto para recordar que lo es gracias a Pablo Iglesias.
Los nuevos amigos preferentes resultan ser los enemigos preferentes, los que lo fueron en campaña y los que lo han venido siendo desde hace meses, sobre todo desde que estallasen las hostilidades mayores a partir del aquelarre de Colón. Pero sigue erre que erre, no parece haber más luz que la que despiden PP y Ciudadanos. Búsqueda de la moderación, se dice en los cenáculos y mentideros madrileños; chirría hablar de moderación y mantener alianzas con la extrema derecha, pero bueno, este Pedro Sánchez de ahora se asemeja mucho a sus mayores, cada vez más despegados de sus electores.
Dice Pedro Sánchez que va a hablar con todos, desde el principio. Ya suena raro después de amenazar con elecciones, si no salía investido a primera, pero ya nos tiene acostumbrados. Desde el principio, pero no sabemos qué es su principio: si gobernar solo, si con técnicos, si con segundas filas, si con coaliciones, más o menos jibarizadas. Tampoco si está vez pondrá vetos, personales o de ideas y proyectos.
No se escapan del conocimiento popular las dudas sobre el contenido real de esto que unos y otros llaman pomposamente 'negociación'. Rara la intervención del candidato sin destinatarios en la investidura, y raro que antes de empezar a negociar no formulase, formulasen, como es el uso comparado, una declaración inequívoca de coaligarse. Lo demás hubiera sido menor. Pero, después de visto lo que hemos visto, escuchado lo que hemos escuchado e imaginar lo que no hemos visto ni escuchado, hay razones poderosas para afirmar que, en el fondo, nunca hubo voluntad real de coalición.
Ahora, otra vez, llama Sánchez a las derechas. Como si en las elecciones no se hubieran presentado con siglas distintas. Como si diera igual que gobierne la derecha como que lo haga la izquierda. En ese contexto, qué sentido e interpretación tiene su eslogan. Haz que pase, pero qué es lo que tiene que pasar. No creo que los electores socialistas o allegados hayan votado una coalición de intereses del PSOE con la derecha más radical desde los tiempos de Manuel Fraga cuando era ministro.
En el camino al cementerio de Sevilla hay un bar mítico. Se llama Tendío 11. Allí, aparte de por sus méritos cerveceros, paran muchas de las comitivas fúnebres. Se habla muy bien del muerto y se bebe por uno y por el que se ha ido. Desde el mismito momento que fracasó la investidura , los relatos postmortem ni respetaron los cuerpos calientes de los finados. Un relato fúnebre que no augura nada bueno para las esperanzas democráticas de la gente.