Cuando quedaban pocas horas para el fin del plazo, no habían indicios de pacificación en el PP del País Vasco. Es más, no parecían los vascos darse por convocados tras la intempestiva llamada a Alfonso Alonso a altas horas de la noche.
Con lo sabido, se sospechan algunas posibilidades: la primera, que sea un malentendido y que Alfonso Alonso acabe aceptando (el precio por ser el candidato); la otra, que se trate de una jugada del radicalismo popular de Madrid para descabalgar a un incómodo para el futuro, Alonso; la última, la más probable, que todo forme parte de una maniobra de absorción a Ciudadanos, cuyo primer acto sea estas listas de Euskadi.
En la encuesta de INVYMARK, conocida este viernes pasado en ARV, el entusiasmo de Ciudadanos por pactar con el PP en Galicia, País Vasco y Catalunya es más que notorio. Un 91,3% de los que piensan votar, en los dos primeros casos, y un 87,0%, para las elecciones catalanas. Un entusiasmo que más que corresponderse a una reconfiguración táctica de las derechas en España, de cara a próximos comicios y más allá, -fruto de un ejercicio reflexivo-, se asemeja un ingreso urgente en la UCI de los partidos que, en el caso de Ciudadanos,- el paciente más crítico en este caso-, muestra ya un cuadro de deterioro físico y mental, desde las últimas elecciones generales. Si no se trata de cuidados paliativos.
De momento, en el PP gallego, -más gallego que PP para huir de los estragos que en las expectativas de gobierno produce la deriva extrema del PP-, la respuesta ha sido de desprecio. No representan nada, ciertamente, los "arrimados" en Galicia.
En Euskadi la cosa tiene su intríngulis. Ciudadanos, que también está ausente de las preferencias electores de los vascos, quedaría en posiciones de salida en las menguadas opciones del PP. Lo milagroso es que para que la Osakidetza pueda intervenir con éxito, los de Arrimadas, con pin de Francisco Igea, han renunciado públicamente a su satanás vasco, a saber: el Concierto vasco, al que llamaron insolidario de gira por la España mesetaria y rancia, y el "cuponazo", una de las felices ocurrencias del oráculo de Albert Rivera, -el de la Banda de Sánchez-; ni hablar ya de la desaparición de las diputaciones provinciales de lo que alardearon, sin dudar en hacer el ridículo, donde le dieron bola mediática.
Esta repentina conversión al foralismo solo puede ser entendida como una catequesis para ingresar de inmediato, tras las elecciones, previa prueba de comunión, en la partida popular.
Lo sorprendente de la encuesta antes citada es que los preguntados están a favor, un 58,7%, de que Ciudadanos y PP se fusionen. Fusionar es un verbo gentil empleado por la empresa encuestadora que muchos traducimos como absorción.
Veremos lo que pasa, no se auguran buenos resultados para el PP en Euskadi, menos con este socio converso. Menos con la tutela de la más radical versión cayetana de los populares de Casado y Aznar. Y encima, negociado en Madrid. No conocen a los vascos, tal vez el nuevo acto político en Vitoria sea, no una jura de bandera con mantillas, sino una entrega de carnets.
N. B. A estas horas se conocen encuestas en Andalucía, con Ciudadanos en el gobierno. Pierden el 50% de los escaños.