El perrito Lucas marcó el camino. Albert Rivera nos dijo que el can olía a leche y así era. Lo clavó. Ni desnatada, ni semi. Leche entera. La de más difícil digestión. El sopapo que se da Rivera es directamente proporcional al mordisco de la extrema derecha, que sustituye a Ciudadanos como tercera fuerza política de España. Bochorno para nuestro país fuera de nuestras fronteras, con el auge de un partido que hace gala de su discurso reaccionario en violencia de género, derechos LGTBI, víctimas de la dictadura o inmigración.
Si alguien creyó que los votos que perdería Albert Rivera podían ir al PSOE, se equivocó. Tras dejarse 47 escaños, Rivera pasa a ser un cadáver más en el camino de quienes se enfrentaron a Sánchez, pero los votos que pierde Ciudadanos se los reparten Vox y el PP. El Partido Socialista gana las elecciones, pero la repetición electoral le ha sentado muy bien a Pablo Casado, que suma 22 diputados, y a la extrema derecha, que alcanza los 52 escaños que Abascal ni soñó cuando se quedó sin el chiringuito mamandurrio de Esperanza Aguirre.
Si la cosa iba de dormir tranquilos, Pedro Sánchez ha ganado las elecciones, pero el subidón de la extrema derecha debe ser un toque de atención para los llamados partidos progresistas en España. PSOE y Unidas Podemos deben pensar que se acabó la tontería. Urge alcanzar acuerdos, ser generosos, responsables y gobernar. No está en juego dormir, sino despertar. Hay una lección de humildad para los socialistas, que pierden 3 escaños, y para los de Pablo Iglesias, que se dejan 7. Queda un tablero político sonrojante para España, que urge a Sánchez a liderar con responsabilidad la formación de un gobierno de progreso en derechos y libertades.
Si España no progresa, seguirán avanzando los que retroceden. Los del discurso reaccionario. Esos que dicen que la violencia de género no existe, que hay que levantar muros contra los inmigrantes, que las fiestas LGTBI molestan, que las 13 rosas violaban… Y así, una tras otra, majaderías que calan en determinados sectores de la población. Es la extrema derecha que suma en varios gobiernos con el PP y Ciudadanos, que se paseó por el debate de candidatos sin respuesta a unas cuantas de sus mentiras, que saca partido demagógico de la situación en Cataluña o que se aprovecha, en general, del desgobierno.
Rivera ya nos lo dijo con el perro Lucas entre las manos: "Tengo un arma secreta". No sabíamos que era para darse un tiro en el pie. Ahora ya, inmolado el líder de Ciudadanos, deja también una lección para los jóvenes líderes de la nueva política: hoy puedes ser la gran esperanza, señalado como el futuro presidente en las encuestas, y mañana una moción de censura trunca tu sueño y una mala estrategia de pactos te deja meses después para el arrastre. Ayer eras quien se las prometía más felices entre los nuevos talentos y mañana eres el primero en quedar finiquitado por no haber sido útil. Hoy ves a Lucas y dices que huele a leche y mañana las leches te las llevas tú y el perro te dice que hasta luego, Lucas. A ver si aprendemos