La imagen de las colas de profesores, apiñados tras la convocatoria en masa de la Comunidad de Madrid para hacerse pruebas, simboliza el desconcierto, si no la incompetencia, en la gestión del coronavirus. En un momento de máxima incertidumbre ante la vuelta a los colegios y con una crisis sanitaria que no acabamos de controlar uno se pregunta en manos de quién estamos.
Es desolador ver a nuestros educadores agolpados, sin distancias de seguridad, tras la citación masiva de la noche anterior por parte de una Administración que debe velar por resolver la crisis y no por crear más problemas. Observan esta imagen del tumulto no solo los padres, sino muchos trabajadores, autónomos o empresarios que han visto restringida o cerrada su actividad precisamente por evitar estas aglomeraciones.
"Me han dado negativo en la prueba, pero lo mismo me voy de esta marabunta con un positivo porque igual me acaban de contagiar", comentaba una profesora. Si esta es la imagen de seguridad que Ayuso pretendía dar a las familias de los alumnos, más valía que esas pruebas se hicieran sobre la capacidad de algunos gestores para no armar semejante despropósito. La presidenta se queja de que Fernando Simón se ensaña con Madrid, pero con actuaciones así quizás se basta y se sobra ella misma para hacerse daño.
La astracanada venía precedida por un "mensaje de confianza" que Díaz Ayuso había decido enviar por la mañana en la radio. Para "tranquilizarnos", la presidenta llegó a decir que "a lo largo del curso es probable que prácticamente todos los niños lo tengan", que "el virus está en cualquier sitio" y que "todo el mundo se está contagiando". Visto lo visto, uno puede llegar a pensar que es ponerle un micrófono a Díaz Ayuso y el riesgo de "ensañamiento" está servido, pero consigo misma.
Lo peor quizás ya no sea ni la nueva privatización de servicios sanitarios ni el nuevo enfrentamiento entre gobiernos a la vuelta de las vacaciones. La incertidumbre llega cuando necesitamos controlar el virus y Madrid vuelve a ser el centro de la epidemia, con el doble de casos que la media de España, una ocupación hospitalaria que subía del 9% al 15% cuando la media del país es del 6%, un tercio de todos los positivos e ingresados en la última semana están en esta comunidad y también el 46% de los fallecidos en los últimos siete días de agosto.
Hay barrios obreros de Madrid con una incidencia galopante. Mientras, Ayuso lleva semanas acusando al gobierno central por el "descontrol" de Barajas, pero las colas kilométricas de docentes sin distancias de seguridad ayer no eran precisamente en la T4. La presidenta ha acusado también de "caos" a los "comunistas", pero la desorganización y las aglomeraciones de maestros más bien recordaron a un país de cuarta. Díaz Ayuso lleva meses pidiendo competencias y que le dejaran trabajar, pero el verano ha puesto Madrid a la cola.
La presidenta lleva razón al destacar la importancia de la capital para la actividad y la economía de España, pero por eso precisamente necesitamos una gestión competente, que no se ensañe con los ciudadanos. El mejor "mensaje de confianza" que se puede dar es el trabajo en común y no dar la nota prácticamente cada día. Necesitamos certezas, menos estridencias y sobran las chapuzas que nos ponen a la cola en la lucha contra el coronavirus. Por favor, hagan algo, porque así no vamos por buen camino.