España, 2019. Un prior, que fue candidato de la Falange, resiste junto a la momia del dictador Franco. Terminada la enésima reposición de Verano Azul, el religioso proclama que "no, no nos moverán" y se aferra a la memoria del caudillo. Y del cepillo, porque el Valle de los Caídos nos cuesta un pico. Españoles, Santiago Cantera Montenegro resiste ahora y siempre al invasor. Entregado a la causa. Su cruzada es no permitir que saquen de allí los restos mortales del asesino.
Un éxtasis facha así no lo vivía el prior ni cuando pedía el voto de los falangistas. El destino le tenía prometidas cotas mayores. Cantera, aferrado a la tumba del generalísimo. "Mi tesoro, mi tesoro". Ni el Tribunal Supremo le conmueve. Solo la voluntad del "supremo hacedor". El catecismo habla de no matar, no robar, no mentir… Da igual. El padre Cantera, Santiago y cierra España, mantiene firme la losa sobre el féretro de Paco, aunque hacerlo le suponga confesión por unas cuantas mentirijillas.
El prior Cantera, que vive a mesa puesta sobre la mayor fosa común de España, donde mataron y torturaron, ha escrito una epístola en la que lamenta "la virulencia con la que se ha planteado" la exhumación del caudillo. Dejen ustedes en paz a mi Paco. El cura Santiago nos echa el sermón de que el asunto "podía (y puede) resolverse con diálogo, comprensión y prudencia". Ya saben ustedes, siguiendo el ejemplo dialogante y comprensivo del generalísimo.
España es así. El prior candidato de la Falange nos dice que el Valle de los Caídos es "un lugar de paz". Ortega Smith prosigue el ataque por la extrema derecha y ha salido a pedir "conciliación". Solo falta que salga Bárcenas a decirnos que quiere montar allí una ONG. Materia prima no le faltaría. El monumento nos cuesta dos millones de euros al año de media. Con escasa transparencia, como le gusta a Luis. Ha habido partidas con más opacidad que la sotana de Cantera.
Santiago quiere seguir allí. Con la momia. Y el millón de euros al año que gastamos en salarios de personal, los 340.000 de subvención directa, los 250.000 en reparaciones… Les pagamos la comida, la bebida, el teléfono, la "lavandera", la "limpiadora", la escolanía, las excursiones con los niños cantores, las misas a las que, a menudo, asisten señores con tendencia a alzar el brazo, como si llamaran a un taxi a la salida. Y a la entrada. Y el "taxi" también se lo pagamos, porque es su regreso al pasado, su vuelta a la carcundia, con gastos pagados.
A Dios rogando y el palo dando. Presupuestos públicos, edificios del Valle de los Caídos que son de Patrimonio Nacional, por lo que no pagan impuestos y gestión de este oasis para el prior Cantera a cargo de la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, ente público-privado, creado durante el franquismo, de escasa transparencia, con la misión de conmemorar su "cruzada". Y no me dirán que no tienen motivos para celebrar, porque llevan años con este cielo particular en la tierra.
Hay un monje del Valle que ha proclamado que la orden de exhumación del dictador es propia de una "república bananera". Ellos son más de un "reino celestial" con flores frescas para el dictador, honores para el asesino y humillación para sus víctimas. Es su concepto del amor al prójimo. Son las prioridades del prior, que deberían convertirse en museo para contemplar que aún quedan seres ya no del antiguo testamento, sino del antiguo régimen. Eso sí, que el museo ese lo pongan en otro lugar y que se lo paguen ellos.