Hay gente a la que hasta una pelota de trapo le hace ilusión. No están acostumbrados a los regalos. Otros, los viven como un trámite más. Han recibido tantos obsequios que ya ni les sorprenden. Es como si les pertenecieran. Como si se los debiéramos. Hay quien va justo y tiene que elegir entre los Reyes Magos y Papá Noel. A otros, les traen regalos los reyes, Santa Claus, el olentzero y parece que hasta la lotería siempre les toca. Es gente de otra pasta. Gente con suerte. Para ellos siempre está llena la saca. Urdangarin, Pujol e Ignacio González han vuelto a demostrarlo esta Navidad.
Vuelve, a casa vuelve, vuelve al hogar. Iñaki Urdangarin nos ha deseado unas felices Navidades y se ha paseado por las calles de Vitoria acompañado de la infanta Cristina. Juntos han ido a misa. Curiosamente, a una iglesia llamada la Sagrada Familia. Imaginen que el yerno del emérito aprovecha para la confesión. No en el templo, sino fuera. Qué tiempos aquellos cuando la prensa contaba ese informe de Hacienda, según el cual, Nóos y sus empresas satélites facturaron más de 16 millones de euros a más de 100 entidades públicas y privadas. O cuando la Agencia Tributaria cifró en 5,8 millones de euros lo que Urdangarin y su socio, Diego Torres, percibieron del Instituto “sin ánimo de lucro”. ¡No hemos de ver semejantes aguinaldos!
Navidad, Navidad, dulce Navidad. La alegría en este día hay que celebrar. ¡Je! Iñaki Urdangarin está de permiso penitenciario, porque ya ha cumplido una cuarta parte de la condena de los 5 años y 10 meses que le impuso el Supremo. Hubo tiempos peores para Iñaki, como cuando el fiscal pedía 19 años y medio de prisión o cuando fue condenado a 6 años y 3 meses por la Audiencia de Palma. Al final, fue "una condena de saldo", según quien fue el juez instructor, José Castro. Mejor le fue a la infanta, que le salió a devolver. Responsable a título lucrativo, pero la fiscalía le había hecho pagar una fianza de 587.000 euros y finalmente la multaron con 265.000. Dice el villancico: "¡Con el aguinaldo le parece mucho, le viene quitando!".
A Urdangarin pisar la calle no le pilla de sorpresa. Hace poco que, en contra del criterio del fiscal y de Instituciones Penitenciarias, el juez accedió a que saliera dos veces por semana, ocho horas cada día, para hacer “labores benéficas, en contacto con la vida real y los problemas de los demás". Está preparado. Una vez que pasen los Reyes Magos, ya a finales de enero, se revisará su clasificación penitenciaria y aspirará entonces al tercer grado o semilibertad: ir a la cárcel solo a dormir de lunes a jueves y pedir hasta 48 días de permiso al año. Noche de paz, noche de amor, todo brilla alrededor.
Según la tradición en Cataluña y en Andorra, el Tió de Nadal caga regalos en estas fechas. Con Jordi Pujol ha habido una gran cagada. Hacienda concluye que el otrora "molt honorable" defraudó 885.651 euros, pero ha prescrito. Hacia Belén va una burra, rin, rin. El expresident cometió un delito de fraude fiscal con una cuenta andorrana, hace muchos años que algo olía fatal, pero ahora nos dicen que Pujol seguirá comiéndose los turrones en casa. Prescribió. Recuerden que, según la Policía, los Pujol amasaron 290 millones de euros en cuatro décadas de corrupción. ¡María, María, ven acá corriendo, que el chocolatillo se lo están comiendo!
Como un alegre pastorcillo, Ignacio González sigue viviendo de lo público. Como en el portal de Belén: con estrellas, sol y luna. En la calle. Deslumbrados por la iluminación navideña de Madrid, colaba prácticamente como una noticia breve en estas fechas que la Fiscalía pedía el archivo del caso del ático de González. El Ministerio Público sostiene que se han "agotado" las posibilidades de continuar con la investigación, a punto de cumplir el plazo que marca la ley. A Belén pastores, a Belén chiquillos, que ha nacido el rey de los angelitos. No se ha podido aclarar el movimiento de fondos de Coast Investors, firma constituida en Delaware, habitual refugio fiscal. Ya saben, un sitio normal, al que solemos recurrir para comprarnos el piso y por donde pasa Papá Noel para llenar el trineo de regalos. Sabemos que, para algunos, siempre viene cargado.