Tribunal Supremo de España, 4 de junio de 2019. Mientras un fiscal define como golpe de Estado "el procés" de los independentistas catalanes, el golpista Franco es reconocido como "Jefe del Estado desde el 1 de octubre de 1936", es decir, poco después del golpe que inició la Guerra Civil, con Manuel Azaña aún como presidente de la República. Con este auto, los magistrados paralizan la exhumación del dictador del monumento pagado por todos aun en democracia, el Valle de los Caídos.
"Es un asco ante los ojos del mundo civilizado. Un desprecio a las víctimas del genocida", dice el hispanista Ian Gibson. El alto tribunal español asume que una Junta de Defensa Nacional con militares golpistas nombró a Francisco Franco Jefe del Gobierno del Estado en septiembre de 1936. La autoridad franquista fue reconocida ese año por los nazis alemanes y los fascistas italianos, colaboradores de Franco en la masacre de cientos de miles de españoles.
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica se siente humillada otra vez y lamenta que el Tribunal Supremo no ha tenido reparos ni en que uno de sus magistrados, José Luis Requero, sea padrino de una de las hijas del abogado Santiago Milans del Bosch, que ha colaborado con la Fundación Franco. La asociación Jueces y Juezas para la Democracia considera un sarcasmo la protección a la familia del dictador, frente a la falta de asistencia reiterada a tantas víctimas.
Al mundo entero hay que volver a contarle que, en España, tenemos al golpista que inició una guerra, a un dictador, ensalzado en un monumento, que nos cuesta casi dos millones de euros al año, mientras sigue habiendo más de cien mil desaparecidos, cuyos restos no han podido recuperar las familias. Somos, junto a Camboya, el país con más víctimas de desapariciones forzadas. Por obra y gracia de Franco y de sus cómplices, tras una guerra con más de medio millón de muertos, otros tantos exiliados y trescientos campos de concentración por los que pudo pasar un millón de españoles.
Ese "Jefe del Estado" desde 1936, según el alto tribunal español, mandó construir un monumento para celebrar "la victoria" y allí sigue, protegido por los monjes para "rogar a Dios por las almas de los muertos en la Cruzada Nacional". En la construcción del Valle de los Caídos trabajaron decenas de miles de presos políticos. Hoy en día, los familiares de las víctimas del franquismo pagan el mausoleo del verdugo, su protección religiosa, lo que comen los monjes, lo que beben, lo que visten y hasta a un prior que fue candidato de la Falange y predica que el monumento es "símbolo de paz y reconciliación". Todo muy normal. Hasta el Tribunal de Cuentas señaló la opacidad de las subvenciones directas del Estado a semejante ignominia.
Francisco Franco no era el Jefe del Estado en 1936. Fue un traidor que dio un golpe de Estado contra el gobierno legal y legítimo de España. Franco no fue un patriota, fue un golpista cobarde, que inmediatamente masacró a miles de españoles con la ayuda de los nazis alemanes y los fascistas italianos. Las víctimas de ese golpismo y de la posterior dictadura no tienen por qué soportar más traiciones y humillación. El dictador murió en la cama, pero ahora hay miles de españoles que no pararemos hasta que el genocida deje de ser exaltado en un monumento pagado por todos. Que lo sepan hasta las supremas del Valle.