Si por algo me conocen la gente más cercana a mi es por mi devoción al brócoli. Todo un descubrimiento en mi época más púber cuando la coliflor no la podía ver ni en pintura. El simple hecho de llegar a casa del colegio y reconocer el olor de esa verdura cocida era capaz de amargarme la tarde y parte de la mañana siguiente.
Con el tiempo perdoné a su prima “blanca” y conseguí hasta que me gustara, pero la aparición en mi vida del brócoli me abrió una ventana de amor a lo verde. Especialmente cuando no estaba pasada de hervido y su textura era firme, sabrosa y menos intensa que la coliflor. Y así duró el idilio hasta que, por avatares del destino, estudié nutrición y descubrí todos sus nutrientes y beneficios.
Beneficios del Brócoli
¿Por qué soy tan fan de esta verdura? Aparte de por su sabor, que simplemente al vapor y con unas escamas de sal ya es suficiente para disfrutarla, podemos decir que es un estandarte de la alimentación saludable. Además de versátil en la cocina y asequible para todos los bolsillos.
De forma resumida, esta verdura de la familia de las crucíferas es muy rica en vitaminas y minerales, aunque, por otra parte, era de esperar al ser del grupo de las verduras. Pero es que, cuando miramos su composición nutricional, podemos decir que es un auténtico tesoro nutritivo. Simplemente con una ración de 200 gramos de este vegetal podemos cubrir la necesidad diaria de vitamina C para un adulto.
Además, es rico en ácido fólico, lo que le hace un alimento perfecto para embarazadas y vitamina A, una de las grandes vitaminas antioxidantes y necesaria para una larga lista de funciones del organismo. No es de extrañar que la misma Organización Mundial de la Salud recomiende su consumo.
Gracias al contenido que hemos comentado de ácido fólico, junto con su aporte de hierro y su riqueza en clorofila, hacen a esta verdura un gran aliado contra la anemia ferropénica, además de ayudar a equilibrar las cifras de colesterol sanguíneo. Por lo que también es una gran aliada de la salud del corazón y de la prevención de enfermedades cardiovasculares.
Por otro lado, posee un aporte importante de calcio, fósforo, magnesio y zinc, lo que la hace también interesante para mantener la salud de los huesos. Y la lista de beneficios no acaba aquí: su potencial papel en el cuidado de la salud ocular gracias a sustancias como la zeaxantina o los betacarotenos, en la salud de la piel por su gran aporte de vitamina C, o contra el estreñimiento por su aporte de fibra completan la lista de razones por la que incluir esta verdura en nuestro día a día.
Composición nutricional del brócoli
Según las tablas de composición nutricional de la BEDCA (Base de Datos Española de Composición de Alimentos), cada 100 gramos de brócoli crudo estamos aportando a nuestro organismo:
- 26 kilocalorías
- 0,4 gramos de grasas totales
- 3 gramos de proteína
- 3 gramos de fibra
- 69 μg de vitamina A
- 110 μg de ácido fólico
- 110 mg de vitamina C
- 93 mg de calcio
- 370 mg de potasio
- 25 mg de magnesio
- 67 mg de fósforo
Brócoli y salud de los vasos sanguíneos
Si todas estas virtudes no han sido capaces de convencernos para hacernos fieles seguidores de una verdura con forma de arbolitos, la evidencia científica respecto a sus potenciales beneficios no ha hecho más que empezar. Son muchos los estudios que se están realizado, y seguramente se realizarán, con ella.
Uno de los más recientes que viene desde Australia demuestra que, aunque puede que sea la verdura menos favorita para algunos, junto con las coles de Bruselas, el brócoli puede ser un gran aliado a la hora de prevenir enfermedades avanzadas de nuestros vasos sanguíneos.
En este estudio sus investigadores encontraron que un mayor consumo de estas verduras estaba asociado con una menor extensión de enfermedad de los vasos sanguíneos en un grupo de mujeres mayores. En concreto, en 684 mujeres que fueron reclutadas en 1998. Los investigadores concluyeron que aquellas que incluían en su dieta más cantidad de brócoli, coles de Bruselas o repollo tenían menos posibilidad de acumular calcio en la aorta.
El hecho de acumular este mineral en una arteria tan importante es un indicador clave de enfermedad en la estructura de los vasos sanguíneos. En concreto, puede afectar al flujo de sangre que circula con el cuerpo, y puede deberse a la acumulación de calcio o de grasa en las paredes internas de venas y arterias. De hecho, esta acumulación de grasa y calcio es la principal causa de un ataque al corazón o un derrame cerebral. De ahí la importancia del estudio.
Aunque queda mucho por estudiar y que descubrir en cuanto a cómo se produce este efecto protector por parte de estos vegetales, los investigadores apuestan por la cantidad de vitamina K que aportan. Esta vitamina podría están involucrada en la inhibición del proceso de calcificación de los vasos, lo que evitaría su acumulación.
Es verdad que este estudio se centró en el brócoli, las coles de Bruselas y el repollo, pero esto no quiere decir que sean las únicas verduras que tenemos que comer. Pensemos que otras verduras aportan también otros nutrientes y sustancias de interés que previenen de otras enfermedades distintas. Por lo que una alimentación con el mayor rango de verduras posible sería la opción más inteligente a la hora de diseñar nuestros menús semanales.