Ni la horchata, ni la cerveza, ni la limonada. La "bebida" por excelencia del verano es el gazpacho (con perdón de su hermano el salmorejo). ¿Quién puede imaginarse un verano sin un vaso fresquito de uno de los inventos más ricos y sabrosos que hay? Y aunque no te lo puedas creer, en la receta original no aparecía el tomate. Se empezó a incorporar cuando vino de América, pero en un principio no estaba presente.
De hecho, la receta original se remonta a la antigua Roma, cuando se les daba a las tropas para nutrirlas y refrescarlas del calor que hacía en España. Y se hacía con pan remojado en agua, vinagre y aceite, aunque a veces se le añadía ajo o almendras. Pero en el siglo XVI se incorporaron los tomates y dimos con la receta que ha perdurado hasta día de hoy.
Y mira si nos gusta, que hasta le atribuimos todo tipo de virtudes y bondades. Como con cualquier alimento que nos guste (mira en el post también todo lo que hemos atribuido a la cerveza). Lo último de lo último, que es capaz de prevenir el cáncer de colon, uno de los más frecuentes de la población (aunque lo diga en un estudio, ya que se ha hecho con cultivos celulares, no en personas. Por lo que aún no sabemos si dentro del cuerpo hace el mismo efecto). Y aunque siento decirte que aún no se ha demostrado que pueda hacer tal cosa, es verdad que virtudes tiene un rato. Sobre todo, nutricionales.
Valor nutricional del Gazpacho
Aunque la receta varía por zonas y por casas, y hay multitud de variedades mas o menos gourmet (de cereza, de sandía, con melón, …), la receta tradicional parece ser (digo parece ser porque tampoco hay un consenso claro) que es a base de tomate, pepino, pimiento, ajo, aceite de oliva virgen extra, vinagre, sal y un poco de agua. ¿Y cómo de rico es nutricionalmente esta sopa fría? Vamos a ver cual es la "radiografía" del gazpacho.
Lo primero que miramos son las calorías, y, para nuestra alegría, es un plato muy bajo en calorías. Aproximadamente unas 85 kilocalorías cada plato de gazpacho. Para que te hagas una idea, las mismas calorías que aportaría ¡media berenjena! Esto se debe a que la mayoría de su contenido es agua, hidratos de carbono de las verduras y grasas monoinsaturadas del aceite de oliva. De hecho, se calcula que un 74% de la energía viene a costa de los carbohidratos, un 19% de las grasas, y un 7% de las proteínas
Pero las calorías no vienen solas, si no que vienen bien cargaditas de nutrientes. Y, como no es de extrañar, gracias a su contenido en tomate, pepino y pimiento verde, destacan las vitaminas A, C y E. Todas ellas antioxidantes y muy necesarias para nuestro día a día. Y si fuera poco, también tiene un aporte muy importante de calcio, fósforo y potasio, tres minerales que, seguro, te suenan. Sobre todo, por lo importantes que son en nuestra dieta. Vamos, que no le podemos pedir más al gazpacho. Bueno sí. Fibra, ya que también viene cargadito de fibra con casi 10 gramos en un solo vaso.
¿Es igual de bueno el gazpacho del supermercado al casero?
Mira que es fácil hacerlo. Pones todo en el baso de la batidora y listo. Sin complicaciones, sin puntos de cocción y sin posibilidad de que se corte como la mayonesa. Pues nada, que muchas veces la pereza nos puede y preferimos comprarlo ya hecho. Aunque nos salga el doble de caro. Aunque tengamos que tirar tomates en casa que con este calor ya se han puesto blandos y nos da "repelús" meterlos en la ensalada. La comodidad nos puede.
¿Perdemos algo cuando nos dejamos llevar por la vaguería y optamos por alargar la mano y coger el 'brick' de la nevera del supermercado? Pues como dijo aquel, de todo hay en la viña del señor. Y no estamos hablando de los que venden variantes como los gazpachos de cereza o de sandía. También encontramos otros que deciden innovar y meter otros ingredientes que, a lo mejor, si lo hubieras preparado tu, no estaría presentes. Hablamos de la cebolla, el pimiento rojo o el zumo de limón, este último fundamentalmente para mejorar su conservación.
Y aunque a nivel de si es mejor o peor, simplemente cambia el gusto del gazpacho. Si acaso, y eres alguien que tiene problemas gástricos, puede que sientas un poco más de reflujo o ardor. Pero a nivel nutricional, tampoco es que podamos decir que es ni mejor ni peor. ¡ESO SI! Esto es la norma general, porque cuando te pones a mirar etiquetas, encuentras cada fantasía de ingredientes que te planteas en qué momento alguien ha decidido que tiene que estar presente en un gazpacho (y que si lo hubieras hecho tu te lo podías haber ahorrado). Veamos algún ejemplo
El curioso caso del gazpacho con pan
(No diremos marcas para no ofender a nadie. Mejor miráis vosotros las etiquetas cuando vayáis a comprar) Parece que la persona que formuló este gazpacho se hizo un pequeño lío, y no supo diferenciar entre éste y el salmorejo. Y se preguntó un ¿por qué no? Pues pan que le metió al gazpacho. Y tan pichi oye. Y ese día durmió como un rey. ¿Pasa algo por esta variación? Pues hombre, morirte no te vas a morir, pero es verdad que te va a añadir unas 200 kilocalorías que tampoco te hacen falta, la verdad. Y ni hablemos de si el pan es 100% integral, porque ya te digo yo que me extrañaría mucho que hayan caído en ese detalle si han formulado este “gazpachejo” (gazpacho + salmorejo).
Gazpacho con aceite de oliva, y alguno más
¿De dónde viene la mayor parte del sabor del buen gazpacho? Del aceite de oliva. Concretamente, del aceite de oliva virgen extra. Y, partiendo de esa base, el resto es en función del gusto. En concreto, del tipo de aceituna que se haya usado para elaborar ese aceite (¿Nunca te has planteado en ir cambiando el tipo de aceite de oliva que usas al hacer el gazpacho? ¿Crees que todos saben igual? Cuán equivocado estás, querid@ lector/a).
Pero esto es una cosa, y otra el "venirse" arriba y considerar cualquier aceite vegetal para hacer un gazpacho. Que sí, que tiene aceite de oliva virgen extra. Pero, ¿y si añadimos un poquito de girasol? (el peligro de los "y si …"). Y yo me pregunto: ¿para qué? Ni tiene el mismo sabor, ni el mismo potencial cardiosaludable, ni la receta original lo contempla. Pues parece que a los que hicieron este gazpacho si les pareció buena idea. Seguramente por el precio, ya que es mucho más barato.
Un gazpacho muy dulce
Si piensas en gazpacho te vienen a la mente sabores concretos. A lo mejor más ácido porque te gusta bien cargado de vinagre, o amargo porque te gusta echar más pepino y no quitarle la piel. O dulce, porque te encanta hacerlo con unos buenos tomates maduros, rojos como amapolas. Pero lo que jamás se te ocurriría (o al menos yo espero que no) es añadirle azúcar. A lo mejor sí al pisto para corregir la acidez. Pero nunca a un gazpacho.
¡Sorpresa! Parece que en los envasados todo es posible. Y el azúcar, de repente, aparece allí donde no se le espera. Y no me preguntes por qué, porque tampoco lo sé. Hombre Luis, pues como bien acabas de decir, para corregir la acidez. Puede ser. Pero me cuesta creerlo si tienes otras opciones como controlar la cantidad de vinagre, pelar el pepino, o modificar las cantidades de ingredientes hasta que des con la receta que buscas. No, no le encuentro explicación a añadir azúcar a un gazpacho. Anonadado me hallo.
Hay que decir que estos ejemplos son sólo tres de un amplio abanico de posibilidades que puedes encontrar en los lineales fríos de los supermercados. Y hay otras opciones que pueden ser válidas si miramos los ingredientes. Otro cantar es el sabor. Pero válidas nutricionalmente pueden ser. Aunque como el que se hace en casa, ninguno. Especialmente si lo hace mamá.
Pero después de ver estas aberraciones de la receta tradicional, ¿te siguen quedando ganas de no hacer un pequeño esfuerzo y hacerlo tu mismo? Yo sigo prefiriendo saber qué me estoy comiendo. Y si encima puedo seleccionar qué tipo de tomate, mejor. Que siempre he sido muy especialito con los sabores.