La comida, es decir, la cesta de la compra de los hogares es uno de los mayores desembolsos que tienen que hacer las familias de forma frecuenta. Casi semanal. Lo que supone una gran partida a calcular cada mes en función del dinero que entra en cada casa.
Junto con la hipoteca, luz, agua o la calefacción, son de esos gastos casi irremediables de soportar cada mes. Con una ligera diferencia: todos los anteriores son importes donde tenemos un control limitado y los tenemos que asumir, mal que nos pese. Por eso, la cesta de la compra suele ser un punto donde tendemos a recortar cuando las cosas vienen mal dadas.
En el contexto actual de escala de precios de los alimentos, estamos viendo cómo el presupuesto para comida se ve reducido. Algo que puede llegar a preocupar a los expertos en alimentación pues parece que los alimentos básicos que componen una dieta saludable muchas veces son también los que mayor gasto suponen.
Empieza a ser difícil cumplir con las recomendaciones nutricionales
Fruta, verdura, hortalizas, frutos secos, granos integrales, carne, pescado, leche y huevos. Podríamos hacer una lista de los alimentos que siempre estamos recomendando que no falten en nuestras casas. Pero si vemos los precios de éstos los últimos meses y lo comparamos con el sueldo mínimo interprofesional, nos damos cuenta de que cada vez empieza a ser más difícil para muchas casas cumplir con las recomendaciones nutricionales para una alimentación adecuada.
Puede parecer alarmista. De hecho, muchos ya han alzado la voz diciendo que en España no se pasa hambre. Y es que estamos confundiendo términos de base. Efectivamente, nuestro país es un lugar donde es menos frecuente el hambre como tal. Es decir, no tener nada que llevarse a la boca. Pero este término no es el correcto. No se trata de pasar hambre como tal, sino de malnutrir a nuestros hogares.
Con una premisa muy simple: es más barato comer mal que comer sano. Es más barato calmar el hambre y las tres comidas principales del día con alimentos ultraprocesados y de baja calidad nutricional que seguir las guías nutricionales. Es más barato un paquete de galletas o una bolsa de cruasanes rellenos de chocolate que un kilo de fruta, un litro de leche y una barra de pan 100% integral.
Ni hablar, claro está, de las comidas principales, donde los platos preparados son frecuentemente más asequibles y solucionan a las casas la comida, en mayor medida que comprar ingredientes frescos y realizar preparaciones a base de verduras todos los días, dos veces al día.
Cesta de la compra por 30 euros
En este caldo de cultivo ha aparecido una iniciativa de una gran cadena de supermercados, anunciando una cesta de la compra con 30 productos básicos a 30 euros. Algo que, a priori, vendría a desahogar la economía de las familias que están viendo cómo poco a poco pierden poder adquisitivo.
Aunque la cesta definitiva se presenta el lunes 12 de septiembre, ya se ha podido conocer en los medios la propuesta de cesta piloto. Y hemos podido comprender qué entienden como productos “básicos”.
Lo que más llama la atención es que no se incluye ningún producto fresco (ni fruta, ni carne ni pescado), mientras que aparecen productos de consumo ocasional y que no son imprescindibles para llevar una dieta saludable: desde chocolate blanco, pan de hamburguesa refinado o refresco. Lo que venimos diciendo: es más barato comer mal, nutricionalmente hablando, que bien.
Y hasta que veamos si se materializa el tope del precio de los alimentos que el Ejecutivo tiene sobre la mesa, parece que va a seguir siendo responsabilidad de los hogares hacer números y buscar las opciones más baratas entre las saludables (como, por ejemplo, las legumbres). Además de volver a recuperar la cocina de aprovechamiento.
Puede que consigamos que no haya hambre, pero el verdadero reto no es dar de comer a la población, sino nutrirla. Dicho de otro modo: darle los mejores alimentos para que consiga todos los nutrientes y sustancias nutricionales que el cuerpo necesita para asegurar la salud actual y futura de la población. De otro modo tendremos que ver cómo impacta en las siguientes décadas una generación poblacional de personas malnutridas, con el consiguiente impacto en los presupuestos sanitarios de este país.
Como decía un gran endocrino de quien tuve el placer de ser alumno: "Señores, no es lo mismo comer que nutrirse".