El otro día decía José Carlos Ruíz, filósofo y escritor con el que tuve el placer de conversar, que "esto hay que hacérselo mirar". Hablábamos de la pérdida de identidad debido a la realidad virtual que vivimos detrás de la pantalla. De cómo buscamos en las redes sociales, en las pantallas, lo que nos falta o lo que echamos de menos o lo que no nos atrevemos a buscar. Allí construimos una realidad paralela, que duele menos, porque mostramos solo lo que queremos o lo que nos gusta de nosotros mismos o lo que es peor: compartimos solo la imagen que queremos que los demás tengan de nosotros.
Como si de Roblox se tratara, el juego de moda entre las amigas de mi hija mayor de 9 años, donde construyen una vida paralela, con su avatar, su trabajo, donde decides si tienes hijos, mascotas o si vives sola y si decoras tu casa como si fuera una sala de Las Vegas. Allí todo es posible, hasta hablar con desconocidos y salir a pasear a encontrarte con otras personas.
Y esa realidad paralela en la pantalla nos está alejando, sobre todo en tiempos de pandemia, de vivir en físico la vida con otros y nos obliga a generar otros códigos de conducta, que no solo cambian las reglas del juego del amor y de la amistad, sino que también, según los estudios, llegan a generar adicción y hasta depresión. Como decíamos "esto hay que hacérselo mirar".
Además la cosa no se queda aquí. Estamos atrapadas en la tiranía de la inmediatez. Damos por hecho que todo el mundo vive pegado al móvil y si no recibimos una respuesta al instante ante un mensaje o un comentario, sentimos que pasan de nosotros. ¡Qué locura!
"Sentimos ofensa si alguien no nos contesta al momento. Estamos asumiendo comportamientos que se escapan del plano de lo real. El ego se ha situado en el centro de la realidad de cada uno, pensando que tu visión de la vida tiene que ser la visión del resto…” me decía José Carlos Ruíz. Tanto en tan pocas palabras. Y de esta gran verdad, que iba rumiando como podía, a leer en instagram que Ada Colau se va de Twitter.
No es la primera ni la última. Actrices, presentadoras, políticas… Muchas personas han chapado su cuenta en twitter por el odio que allí se genera. Twitter, ese lugar inhóspito del "todo vale". La gente vomita lo que le pasa por la cabeza, sin contexto, sin reflexión y eso hasta cierto punto no es malo, siempre que se haga con respeto. El problema es la reacción incendiaria a la libertad de expresión de otros. Un código de conducta que solo se acepta cuando hay una pantalla de por medio. ¿O acaso cuando vas por la calle o estás en una reunión y escuchas algo que no te gusta reaccionas como en Twitter? Decía Ada Colau, que estar lejos de twitter le hace mejor persona. Porque hemos asumido un rol en las redes sociales de callarte y hacer como que no te duelen las críticas o tener que defenderte a diario de acusaciones. Y así es demasiado fácil acabar en peleas y discusiones.
Y esto tenemos que hacérnoslo mirar. Porque a mí que Ada Colau se vaya de Twitter no es que me afecte directamente, pero me hace reflexionar sobre por qué las personas tienen que abandonar una red social, que debería ser abierta, libre y respetuosa en vez de que los responsables pongan límites o sanciones cuando se comenten delitos en la red. ¿De verdad somos una sociedad que respeta tan poco? ¿De verdad aceptamos que se odie tanto en redes sociales? Que se amenace, que se insulte, ya sea por ideología o no, ¿de verdad esto tiene sentido? ¿Cómo vamos a construir una sociedad con futuro así? ¿Cómo vamos a educar en la empatía y en los valores en casa, cuando luego nuestras hijas e hijos solo tienen que echar un vistazo a su alrededor para comprobar que la realidad virtual es de todo menos ejemplo?
Así que ahora paremos por un momento y usemos el pensamiento crítico para construir una sociedad donde no normalicemos el odio, la agresividad y la violencia.
Que el amor gane al odio en la vida de la calle y en la vida de las redes es una responsabilidad de todas y de todos.
Mientras, aplaudo a Ada Colau y a cualquier mujer o hombre que no sigue el juego de este circo infernal llamado twitter.