El confinamiento me ha hecho envejecer a marchas forzadas, como a la mayoría de las madres de este país y se ha apoderado de mí, por todo lo vivido, el espíritu de abuela cebolleta que recuerda batallas constantemente. Yo, en mi caso, a mis hijas, no a mis nietas.
Luci, le digo a mi hija de 4 meses y medio, ¿te acuerdas cuando la ministra Celaá decía eso de "los hijos son del Estado, no de los padres". ¿Qué cosas verdad? Yo estaba totalmente de acuerdo porque los hijos deben ser una responsabilidad social. Y con ello no me eximo de mis obligaciones, sino que las comparto en según qué aspectos, como por ejemplo la educación. Después de esta crisis, o durante esta crisis, que no acaba ni mucho menos, está quedando claro que son nuestros, muy nuestros, ministra Celaá, y que si la educación cae en nuestros hombros pues ya tiraremos para delante, como hemos hecho meses atrás, ¿no es así?
Está clarísimo que lo que hemos hecho no ha sido educar, ha sido maleducar. Está clarísimo que lo que hemos hecho no ha sido teletrabajar, sino malteletrabajar… "normal", o no, sin estar preparadas de nuevo. En este julio que acaba y da paso al mes en el que todo para, en el que las Instituciones dan carpetazo y ya en septiembre decidiremos, plantearemos y veremos, se genera una angustia increíble en las familias. No sabemos nada. Y con esta desinformación cómo vamos a organizarnos, cómo vamos a saber si tendremos que ampliar la excedencia o no, cómo vamos a saber si podremos pagar la cuota de autónoma si vuelven a cerrar nuestro negocio, cómo vamos a saber si tendremos que contar con los abuelos/as unas horas, unos días o sine die. Así, ¿cómo vamos a saber?
Y claro con este panorama incierto no vamos a echar más leña al fuego. Decidir en estos momentos cómo será el inicio de las clases suena irrespetuoso. ¡Vale, te lo compro! Pero, ¿qué me dices de trabajar en un sistema de apoyo, de prever lo que vendrá, de trabajar en pro de la conciliación? Porque la falta de estructuras que apoyen a las familias y establezcan medidas de conciliación para enfrentarnos a un otoño que a todas y a todos nos preocupa, no es un problema de ahora, no es post Covid-19, no. Viene de mucho antes. Así que no esperemos a que de nuevo la situación sea irreversible y de nuevo quede claro que los hijos y las hijas son nuestros y de nadie más.
Porque lo que necesitamos no es compartir la maternidad con nadie, sino que cada cual asuma sus responsabilidades. Y el Gobierno desde marzo está mirando a otro lado en temas de conciliación, familias e infancia.
Nos tocará alzar la voz de nuevo, unirnos y reivindicar que "esto no es conciliar".