Este lunes madrugué, más de lo normal, para estar presente con gran orgullo y formar parte de la Mesa Asesora para los Cuidados, impulsada por el Ministerio de Igualdad y presentada por la ministra Irene Montero. El domingo por la noche dejamos todo organizado: ropa del cole, desayunos y medicinas varias, porque cuando uno de los dos está solo ante el peligro la cosa se complica. Hacer equipo facilita la vida familiar y sobre todo la salud mental.
Disfruté al llegar a Madrid de una iniciativa que, hasta que se demuestre lo contrario, me parece una gran oportunidad de que colectivos de mujeres de distintos sectores nos unamos para compartir, reivindicar y trazar la ruta de trabajo necesaria para hacer frente a la crisis de los cuidados, que llevamos arrastrando más de 20 años y que ha explotado con violencia durante esta pandemia. Tiempos difíciles para las mujeres que hemos cargado con los cuidados sin rechistar, sobreviviendo como podíamos, a costa de nuestros sueldos, nuestras renuncias y nuestra salud mental.
La mayoría allí presentes mujeres. Las víctimas de un sistema patriarcal que no mueve las estructuras porque todo está bien si sigue como está. Así que nos va a costar mucho, pero esta es la semilla de un plan que se materializará en el próximo año en un libro blanco que ponga las líneas de acción, que luego habrá que aprobar y legislar con consenso político. Y ahí llegarán las oposiciones a una realidad social que afecta a todas, pero que cada una le llama de una manera y entonces ya tendremos el debate servido entre lo "social" y lo "liberal".
"Ninguna economía puede sustentarse sin mujeres que limpien o den la teta" y más allá de quedarnos con la literalidad de esta frase, reconozcamos la razón de las palabras de la ministra, que viene a decir que si las mujeres no nos ocupamos de los cuidados y las tareas doméstico-familiares, si las mujeres no seguimos tirando del carro de las familias y los empleos más precarios, tanto en el ámbito de lo privado como en el sector público, la base se desmorona y los pilares que sustentan la sociedad y la vida se caen. Porque cuidar y ser cuidadas (y cuidados) es un derecho. Pero, ¿qué le importa esto al conjunto de la sociedad, que mira de soslayo la baja natalidad, buscando oportunidades al envejecimiento del país en el propio Gobierno? NADA.
De ahí que las palabras de Elena Blasco de CCOO me parecieran acertadas: "pasemos de lo informal a lo formal", buscando que esta mesa no se quede en tierra de nadie y acabe como una declaración de intenciones que no se formalice. Así que ministra me quedo con su compromiso de acelerar las medidas que tienen carácter urgente, mientras diseñamos los caminos de cambio social de este gran problema que tenemos sobre la mesa.
Más allá de la desconfianza de otras allí presentes, conscientes de lo difícil que es llevar a la práctica las intenciones, me quedo con el agradecimiento unánime de todas las Asociaciones, por unirnos a tantas voces de la sociedad civil que tenemos claros los pasos importantes a dar. Aunque también declaro mi inquietud al ver que algunas organizaciones quieren liderar ciertas reivindicaciones, que deben ser comunes y que da igual como las llamemos, porque lo importante de la jornada fue la capacidad y conocimientos que allí se reunieron, las ganas de avanzar, de ser visibles y de expresar el hastío de un sistema que nos aparta, nos empuja a renunciar y nos quiere calladas.
Pero claro siempre hay alguien que pone la nota discordante y mira qué casualidad que fuera uno de los 5 hombres, si no recuerdo mal el número, allí presentes. Bueno dos de ellos. Porque ambos después de sus palabras de presentación se marcharon porque tenían una agenda muy apretada. Claro, tranquilos, las más de 50 mujeres allí reunidas no teníamos nada más que hacer. ¿Cómo van a representarnos unos hombres que no nos escuchan? Y de verdad seguimos pensando que no necesitamos más mujeres líderes, que tengan poder y tomen decisiones.
Pero lo peor no fue que se marcharan, si no que además llegan con discursos unilaterales, vehementes y sin argumentos declarando:
"La pandemia ha dejado claro que 'el teletrabajo no sirve para conciliar'".
Ha demostrado que no se puede estar trabajando y con el niño encima o cambiando el pañal o haciendo esto y lo otro...
Decir esto atenta contra nuestra inteligencia y con nuestra dignidad. El teletrabajo CLARO QUE PUEDE AYUDAR A CONCILIAR. Si no, ¿de qué se trata? No queremos que se entienda el teletrabajo como un privilegio para unos/as pocos/as, no. La pandemia ha demostrado que ES POSIBLE. Que no eran tantos los obstáculos para que se pudiera permitir desde las empresas. Otra cosa es que la regulación del trabajo a distancia sea suficiente porque no lo es. Es una regulación insuficiente que no quiere convertir el teletrabajo como una herramienta que pueda servir para mejorar la conciliación de la vida personal con la laboral y familiar. Y claro que sabemos que lo que hemos hecho durante la pandemia, teletrabajando sin horarios, criando a la vez y cuidando de la casa, en la mayoría de los casos sin corresponsabilidad, no es teletrabajar. Eso ha sido sobrevivir. Pero ¿qué tiene que ver eso con que el teletrabajo, bien regulado, con flexibilidad y perspectiva de género, pueda favorecer la conciliación?
Perdonad pero es que llevo semanas viendo como se le da portazo al teletrabajo sin más. Ahora con la vuelta de los niños y las niñas al aula. El teletrabajo ayuda a muchas familias, madres y padres, a evitar desplazamientos, a poder llevar a sus hijos al colegio, a centrarse en su trabajo, ser igual o más productivos y a mejorar la digitalización, además del ahorro de energía y costes para las empresas. Os lo digo, no por decir, si no porque recibimos miles de llamadas al Teléfono Amarillo de la conciliación y porque tengo un equipo de 12 personas teletrabajando desde que estalló la pandemia en marzo de 2020. El teletrabajo ha permitido cuidar a hijos o hijas en cuarentenas por contacto estrecho positivo, situación que a día de hoy no cuenta con ningún apoyo legal porque se "entiende" que o esos niños se cuidan solos o están con las abuelas, grupo de riesgo, mientras sus padres tienen que estar en la oficina. El teletrabajo ha permitido que muchas mujeres no tengan que renunciar porque el plan Me Cuida no contemplaba más que una reducción de jornada al 100%, con la pérdida de salario completa y eso sí es un privilegio, que la mayoría no puede permitirse. El teletrabajo a día de hoy es una herramienta estupenda para no tener que coger días de vacaciones o permiso sin sueldo cuando una madre tiene que ausentarse una hora para llevarle al pediatra, poder estar presente en la semana de adaptación o darle la medicina porque está en casa enfermo o enferma. Mira qué cosas más surrealistas, ¿verdad? Entonces decir eso en una mesa para los cuidados, cuando no existen otras herramientas efectivas de apoyo a la conciliación es dejar claro que para usted los cuidados van a seguir siendo invisibles y no tiene intención de que lo laboral sea parte de este cambio social.
Y si lo laboral no entra y no se incentiva a las empresas para que sean parte activa de la corresponsabilidad social, ¿cuál es su idea? Que las empresas sigan contratando a más hombres, que las empresas den la espalda a la maternidad, a los cuidados y al futuro porque no pueden asumirlo o porque no creen que sea su responsabilidad.
Entonces, claro, ya le entiendo, el teletrabajo a la basura. Es que ni siquiera hablo de la semipresencialidad por la que abogan las expertas y expertos. ¡Al traste con el teletrabajo! Vivan las jornadas partidas y nuestra cultura de calentar la silla. Y con el teletrabajo las jornadas compactas, la flexibilidad y la vuelta a las trampas de la conciliación, que conllevan renuncia de sueldo, abandono del mercado laboral e invisibilidad a las mujeres, que seguiremos siendo penalizadas por este Gobierno y el que vendrá porque no se entiende que necesitamos leyes que sean palanca de cambio para combatir la inercia de un país sin futuro, con hombres que se levantan de la mesa a los 10 minutos porque están muy ocupados para hablar de teta, casas limpias y biberones.
Mientras, yo seguiré poniendo de mi parte para que esta Mesa para los Cuidados sea el inicio de un cambio.