Decidme que lo que vivimos el domingo NO pasó de verdad, que es fruto de una pesadilla de la que aún tenemos que despertar. No sé qué me está costando más asimilar: que tres millones y medio de personas han votado a un partido que va en contra de los derechos sociales fundamentales o que hemos llegado a esta situación por culpa de los partidos políticos, hasta hace tres días mayoritarios, que fueron incapaces de formar Gobierno, dialogar y ponerse de acuerdo, pese a lo que ya vaticinaban las encuestas y la situación política en Europa.
No culpo a los votantes porque cada uno tendrá sus razones y espero que el odio no haya sido una de ellas. No culpo al trabajador y a la trabajadora cuyo hartazgo le ha llevado al extremo, sin saber que esto tampoco les va a solucionar sus problemas diarios ni les va a mejorar su situación laboral actual.
Solo culpo a la ineptitud de los dirigentes políticos, que tuvimos que ver debatir hace unos días sin frenar las "ideas locas" de un partido que se ha ido haciendo fuerte, mientras ellos se preocupaban por conseguir un Gobierno en soledad sin acuerdos ni diálogo, dándole la espalda a los ciudadanos y ciudadanas que pedíamos a gritos silenciados que se pusieran de acuerdo DE UNA VEZ, que queríamos un Gobierno diverso y plural.
El domingo no me quise acostar hasta escuchar las palabras del Presidente en funciones Pedro Sánchez. Llamadme ingenua, pero no me esperaba aquellas palabras teñidas de victoria, aplausos y sonrisas. No, cuando la imposibilidad de crear Gobierno nos ha llevado a esta situación actual de bloqueo, más incluso que hace unos meses. Hay que enfrentarse a la realidad, ser coherente, responsable con la situación que se ha generado y no decir que "sí o sí se formará un gobierno progresista". ¡NO! Hay que comprometerse y explicar de una vez cómo.
Nos hemos hartado de sufragar los gastos de elecciones encadenadas que no nos muestran un mejor camino. Hemos sido engañadas y engañados por partidos que no ceden, que no dialogan, que no se respetan, que no aceptan sus errores.
Y mientras… la cabeza me sigue dando vueltas al son de los cánticos de "campeones, oe" y "a por ellos, oe".
¿A por ellos? ¿De verdad vivimos en una sociedad donde se instaura el odio y el ataque de unos a otros? Independientemente de nuestros ideales propios, debemos trabajar juntos y juntas, luchar unidos y unidas, dar la mano al de al lado. Y esa era mi idea de la democracia.
No votar por el interés personal de cada uno, sino votar por la sociedad que queremos construir, por una sociedad donde no se piensa en los privilegios individuales sino en el futuro de una sociedad fuerte, solidaria, amiga y sin muros.
Me siento perdida y sin rumbo. Un rumbo que no creo que nos devuelvan pronto.
Me siento engañada y triste. Una tristeza que me paraliza sin saber cómo superarla.
No puedo entender cómo se puede apoyar con los ojos cerrados a un partido que solo cree en un tipo de familias, que quiere derogar la ley de la violencia de género, que quiere quitar las ayudas a todas las organizaciones feministas, que luchan a diario por la igualdad de derechos y oportunidades para hombres y mujeres. Un partido que mira a un lado cuando se habla de LGTBI. Un partido que quiere levantar un muro, que quiere apartar a los inmigrantes. Acaso ¿hemos olvidado de dónde venimos? ¿lo que hemos vivido y que a día de hoy han muerto más de 1.000 mujeres por violencia machista desde que empezaron a contabilizarse en 2003?
Tengo miedo de que ese "a por ellos" se haga realidad.