Ahora de todo va a tener la culpa el dichoso virus. Pues no señores que toman decisiones en las altas esferas de este mundo loco. Sinceramente les viene fenomenal esta pandemia para tomarla como "excusa" en situaciones como la que está viviendo y compartía hace unos días la nadadora española Ona Carbonell, sobre la imposibilidad de conciliar su lactancia materna en los Juegos Olímpicos de Tokio. Claro que no se lo han prohibido porque eso quizás sería denunciable. Pero, ¿de verdad lo que proponen es humano?
Los señores japoneses pretenden que el bebé de Ona pase todas las semanas encerrado en una habitación de hotel y que su madre, que estará compitiendo, tenga que salir de la villa olímpica e ir a darle la teta allí. Vamos, que se lo complican tanto que la única salida es renunciar a llevárselo y a su lactancia materna, que debería ser un derecho. Un derecho. Punto y final.
Pero claro, ¿acaso la conciliación ha sido un derecho en algún momento? Esto no es ahora. Que no dejen conciliar a las atletas es algo que se lleva denunciando mucho tiempo. Porque en la alta competición conciliar vida familiar con laboral es una carrera de obstáculos, como no podía ser de otra manera.
El caso de Ona Carbonell es un claro ejemplo de la falta de respeto hacia las madres en esta sociedad y hacia sus elecciones, que deberían ser libres y apoyadas. No solo a Ona. Con esta decisión, nos están insultando a todas y cada una de las que hemos luchado cada día por poder conciliar, por no tener que elegir entre maternidad y profesión. A todas las que al final hemos acabado renunciando, con lágrimas en los ojos porque nos ponen barreras insalvables para que nada cambie, para que los techos de cristal sean de cemento y para que un día salgas por la puerta de atrás con el sentimiento clavado en el pecho de que no eres suficientemente válida, de que te faltaron fuerzas para continuar y tuviste que renunciar a tu profesión, que tanto te has currado. O que tires para delante, haciendo equipo, apoyándote como puedes y sientas cada mañana que no eres suficientemente buena madre. No es que no seamos suficientes es que estamos dando de más al sistema, cargando con los cuidados y con un trabajo que si se valorase económicamente otro gallo nos cantaría. Lo que aporta socialmente la maternidad es indiscutible y se sigue cuestionando. ¡Basta ya! Es sumamente injusto que se nos trate así, que se valore tan poco la maternidad. Que no se entienda que somos generadoras de futuro y creadoras de vida.
No les interesa que seamos visibles. Quitémonos la venda. No les interesa que normalicemos lo que es tan natural como la vida. No les interesa que nos revolvamos. No les interesa que gritemos que "juntas somos más fuertes". Pero seguiremos denunciando la injusticia, visibilizando que es posible y avanzando unidas. Seguiremos haciendo la lucha de otras, nuestra propia lucha. Porque hoy Ona somos todas. Porque somos legión y no nos pueden parar. Y eso asusta a un mundo machista, asentado en unas normas que nunca han tenido en cuenta que parimos, que criamos, pero que también somos maravillosas profesionales que les hacemos sombra, pese a todos los obstáculos.
Y dejen de decir que no es posible. Porque cuando conciliar es posible y no se permite es una injusticia y una vulneración de nuestros derechos.
Dejen de obligarnos a elegir.
La renuncia no es una solución.