Con la resaca emocional del día de ayer todavía en mi piel, escribo esta pequeña crónica para transmitiros el orgullo y la emoción vivida. Emoción por muchas cosas, por estar acompañada de tantas mujeres reivindicando y visibilizando nuestra lucha. Nuestro "yo no renuncio" silenció el centro de Madrid como un grito único y compartido, como un grito de esperanza hacia un futuro mejor. Muchas de nosotras íbamos acompañadas de nuestras parejas, en muchos casos hombres padres corresponsables que sienten de verdad esta bandera de la conciliación, que quieren compatibilizar su vida personal y laboral y que hacen equipo a diario, pero no es suficiente. Muchas de nosotras fuimos con nuestros hijos e hijas, que sentían que allí se corría por algo MUY importante. Recuerdo cuando dieron el pistoletazo de salida y mi hija pequeña de cuatro años salió con una energía corriendo como si la vida se le fuera en ello. ¡Me emociono al recordar sus cortos pasos queriendo llegar lo más rápido posible a la meta! Una meta que cada día se hace lejana e inalcanzable para la mayoría de las mujeres. Ojalá el día de mañana no tenga que correr tanto como yo, no se encuentre tantos obstáculos como los que representamos ayer en esta carrera, simbolizando las barreras que tenemos a diario las mujeres. Ojalá ella sí pueda elegir y no tenga que renunciar, como ya hizo su madre.
Ayer me preguntaban:
- ¿Lo hacéis por ellas no? Porque a nosotras ya no nos tocará.
- ¡No! Lo hago por mí, lo hacemos por todas nosotras. También por ellas, claro está, pero nosotras no nos conformamos, la mayoría tenemos entre 30 y 45 años. Nos queda mucha vida por delante y no queremos seguir renunciando ni a nuestra carrera profesional ni a ver crecer a nuestros hijos e hijas. Porque la conciliación no puede ser una utopía. Y no podemos quedarnos con mensajes que escucho a diario como:
- Vosotras que lo quisisteis todo, como reza el título del libro de mi amiga Sonsoles Onega.
- Es que ser madre es un sacrificio, ¿acaso no lo sabías?
- Chica es que ser madre conlleva renuncias. No es nada nuevo.
Claro que ser madre supone equilibrar de nuevo tu vida personal y laboral. Claro que hay que hacer sacrificios y que la vida te cambia. Es una elección personal y es de las mejores experiencias de nuestra vida. Pero aquí estamos hablando de algo muy distinto. De que ser madre no debe empujarnos a abandonar el mercado laboral. De que ser madre no nos incapacita para seguir siendo grandes profesionales. De que ser madre es un valor y debería apoyarse desde la empresa, la familia y la sociedad porque el futuro depende de ese cambio social. Un cambio social que no puede esperar, que necesita de un compromiso de todos y todas.
Porque la conciliación que reivindicamos conlleva un cambio de paradigma en temas de cultura laboral y de educación en igualdad, pero también un cambio necesario de las leyes que tenemos y que no responden a algo tan básico como que la mujer desde hace muchos años ya no es solo cuidadora si no que es madre y profesional. Y si no lo es, tiene derecho a reincorporarse al mercado laboral. Y si lo es, tiene derecho a poder cuidar a sus hijos e hijas.
Y para que esto llegue es necesario un Pacto de Estado por la conciliación. Ayer en Madrid y en 42 ciudades más corrieron madres (y sus familias) de todo tipo: madres autónomas, madres embarazadas, mujeres que quieren ser madres, mujeres que han renunciado a ser madres, madres directivas, madres con reducción de jornada, mujeres despedidas por ser madres, mujeres que no ascienden desde su maternidad, mujeres que sufren o han sufrido la desigualdad salarial, el techo de cristal, la renuncia, la carga mental, mujeres que queremos cambiar las cosas, que no queremos conformarnos porque se puede, porque solo necesitamos que la conciliación sea un problema social y político que se debata, que se apruebe y que sea un derecho de verdad.
Así que si nosotras, Malasmadres luchadoras conseguimos unir a cuatro mujeres políticas de distintos partidos, que reconozcan que ellas tampoco renuncian y que la conciliación es un derecho, hoy, al menos, solo hoy, permitidme sentir esperanza, futuro y orgullo. Gracias a Begoña Villacís, María Jesús Montero, Ana Pastor y Gloria Elizo por dejar ayer a un lado su color político y ser una más, una mujer más que se siente feminista como dijo Ana, que reivindica la igualdad como dijo Gloria, que tampoco renuncia como dijo María Jesús y que quiere que ser madre siempre sea una buena noticia como dijo Begoña. Ahora desde aquí os pido que vuestro compromiso, apoyo y sororidad llegue a las mesas de debate, se escuche en el Congreso y consigamos estar unidas para hacer posible las 5 medidas claves que presentamos ayer y que podéis conocer aquí.
Yo no renuncio, ahora ni nunca.