La búsqueda y el rescate del cuerpo de Blanca Fernández Ochoa han conformado la mayor operación de este tipo vivida nunca en la Comunidad de Madrid. Durante tres días, más de 200 profesionales de Guardia Civil, Policía Nacional, Bomberos y Protección Civil pusieron lo mejor de sí mismos para dar con la medallista olímpica, desaparecida desde el 24 de agosto. El desenlace, ya saben, se produjo a mediodía del miércoles, cuando un agente de la Guardia Civil libre de servicio y su perra, una pastora checa de tres años, dieron con el cuerpo de Blanca en las estibaciones de La Peñota.
La operación de rescate también supuso un capítulo más en la rivalidad entre Policía y Guardia Civil. Las dos instituciones son las mejor valoradas por los españoles en las encuestas del CIS y desde hace décadas mantienen una sana competencia, que redunda, casi siempre, en beneficio de los destinatarios de sus servicios, la ciudadanía. En tiempos de redes sociales, donde la comunicación y la imagen han adquirido un peso enorme, esa rivalidad se hace aún más palmaria y la operación de rescate de Blanca es un ejemplo perfecto de ello. Se dio la tormenta perfecta, todos los componentes para que verdes y azules "marcasen paquete".
La denuncia por la desaparición de Blanca Fernández Ochoa llegó a la Guardia Civil, concretamente al cuartel de Las Rozas, donde su familia acudió el día 29. Sin embargo, el protocolo elaborado por el Centro Nacional de Desaparecidos establece que el cuerpo competente para investigar una desaparición es al que le corresponda el último lugar en el que ocurre la misma, en este caso el distrito de Moncloa-Aravaca, es decir, territorio de Policía Nacional. La UDEV Central y la Brigada de Policía Judicial madrileña se hicieron cargo de las pesquisas que muy pronto condujeron hacia Cercedilla, la localidad donde fue localizado el coche de la deportista, es decir, territorio de Guardia Civil. La búsqueda, lógicamente, debía arrancar en ese punto y allí se montó un puesto de mando en el que verdes y azules debían convivir y coordinar la operación.
El lunes, primer día de la búsqueda a gran escala, las televisiones que emitían en directo desde las inmediaciones del puesto de mando enseñaron coches de uno y otro cuerpo en el aparcamiento del cuartel general. El martes solo se podían ver coches de la Guardia Civil, porque los vehículos de la Policía Nacional fueron desplazados hasta otros parkings, y el miércoles los policías madrugaron más y el aparcamiento estaba tomado por las furgonetas azules de la UIP. Ni rastro de los coches de la Guardia Civil.
En la Sierra de Guadarrama se concentraron algunos de los mejores especialistas de España en rescate en montaña. El GEO de la Policía, GREIM y EREIM de Guardia Civil, GERA de Bomberos recorrieron palmo a palmo juntos miles de hectáreas, centrando sus esfuerzos en la zona más abrupta del valle de la Fuenfría, Siete Picos. Cuando acababan la jornada, no era raro ver juntos en la barra de Casa Ciriaco los uniformes de camuflaje del GEO y los verdes de los equipos de montaña de la Guardia Civil. La camaradería era tan palpable entre ellos como la desconfianza entre los mandos de uno y otro cuerpo. Si la Policía mostraba en sus redes imágenes de los drones que estaban empleando en el rescate, la Guardia Civil hacía lo propio minutos después. Y la mecánica se repetía con los helicópteros, con las unidades caninas…
El miércoles por la mañana, la Brigada de Policía Judicial de Madrid recibió una información de un agente de la Policía Local de Cercedilla. Un vecino aseguraba que Blanca Fernández le contó el 23 de agosto que pensaba ir a La Peñota. Los agentes de la Policía Nacional compartieron esta información con sus colegas de la Guardia Civil en la reunión de los mandos operativos del miércoles por la mañana y se decidió que por la tarde, un equipo conjunto iría a revisar ese paraje. No hizo falta. Menos de dos horas después, un sargento de la Guardia Civil, libre de servicio, que paseaba junto a su perra particular, halló el cuerpo en el lugar al que horas después iban a acudir los equipos de búsqueda. Tras el hallazgo, los focos se giraron hacia el sargento y su perra. Verdes ganan.
Policías y guardias civiles, verdes y azules, llegaron hasta el cadáver. Un agente que participó en esta última diligencia resume perfectamente lo ocurrido estos días rememorando el momento del hallazgo del cuerpo: "Por la montaña, lógicamente, guiaban los guardias de montaña, que conocen el terreno como la palma de su mano. Arriba, trabajando en el monte, no hay colores, vamos todos en la misma dirección". Allí, a 1.700 metros de altitud, fueron guardias civiles los que localizaron el cuerpo en La Peñota y policías los que lo levantaron y lo trasladaron hasta Cercedilla en un helicóptero azul, del que descendieron los GEOS con el cuerpo de Blanca, una imagen reproducida una y mil veces en las televisiones. Azules ganan.
Una lástima que no sea posible lo que ocurrió arriba, en la montaña, donde los mejores de cada cuerpo trabajaron con la camaradería que da la trinchera.