Discreta, callada, con una tímida sonrisa en el rostro y siempre con palabras de agradecimiento para todo el que recordara a su hijo Rodrigo Maseda. Así vi estos días en A Coruña a Isabel, la madre de uno de los tres policías que ahora hace diez años dieron sus vidas intentando salvar a Tomás, un estudiante eslovaco al que se tragó un temporal en la playa de Orzán. Rodrigo Maseda, Javier López y José Antonio Villamor personifican la vocación de servicio, el sentido del deber y la entrega a los demás, los valores que la Policía Nacional lleva como enseña. Se lanzaron a un furioso Atlántico una noche con olas de cinco metros para salvar la vida del joven extranjero.
En el mismo acto donde vi a Isabel conocí a Luis Muñoz, un agente de los radiopatrullas de la Jefatura Superior de Policía de Madrid que, estando fuera de servicio, no dudó en lanzarse a las vías del tren para sacar de ahí a un ciudadano que se había caído instantes antes de la llegada del ferrocarril. Luis recibió el premio y los halagos con una humildad que hace aún más heroico su gesto. Al subir al estrado para recoger el galardón, desdobló cuidadosamente un papel y dio las gracias a tanta gente y de una forma tan sincera que cualquiera podía haber pensado que todos ellos bajaron a la vía para ayudarle a rescatar al hombre caído a las vías.
Diez años separan las heroicas actuaciones de los tres policías en la playa de Orzán y la de Luis en una estación de Madrid. Entre medias, miles de servicios de miles de policías que cada día ejercen esa vocación de servicio que se le debe adherir a uno con el uniforme y la placa. Entre medias también, los asesinatos en acto de servicio de Blas Gámez en Valencia, Vanesa Lage en Vigo, Francisco Díaz en Málaga y Jorge García e Isidro San Martín en Kabul.
He tenido el privilegio de conocer a unos cuantos familiares de esos policías asesinados. Todos comparten con Isabel, la madre de uno de los héroes de Orzán, la dignidad y el agradecimiento sin límites a quienes recordamos a sus familiares. Y con Luis Muñoz, el héroe de la estación de Madrid, comparten la humildad y el sentido del deber.