La todopoderosa Adriana Lastra dejará en los próximos días de ser portavoz del PSOE en el Congreso. Ha desempeñado el cargo poco más de tres años, desde que Sánchez fue elegido Presidente del Gobierno en 2018 tras ganar la moción de censura a Rajoy. Desde entonces ha sido una de las personas más leales entre todas de las que el Secretario General del PSOE se ha rodeado. Es de las personas que acude todos los lunes al Palacio de la Moncloa a la reunión de maitines con la que se da el pistoletazo de salida a la semana política y en la que se fija la estrategia del partido. Todo lo importante lo sabe y lo controla. Si Adriana Lastra no está al corriente de algo, es que ese algo no es lo suficientemente importante. Y si calla ante cualquier pregunta, es que no quiere que se sepa. Sus silencios siempre son elocuentes. Nunca dice algo que no deba decir.
Conoció a Sánchez en Ferraz, en la época en la que José Luis Rodríguez Zapatero estaba al frente del partido y José Blanco era Secretario de Organización. Entonces no tenían mucha relación. Su vínculo se fue estrechando a raíz del fatídico 1 de octubre en el que Pedro Sánchez es derrocado como Secretario General del PSOE. Adriana Lastra ve en él el mejor candidato para dirigir el partido, a pesar de que su Federación en Asturias, dirigida por Javier Fernández, apoya a Eduardo Madina. Fue ella la encargada de coordinar su campaña de las Primarias. Cuando Sánchez vence, éste pide a Lastra que se incorpore a su ejecutiva. A partir de ahí establecen un vínculo que no ha hecho más que fortalecerse a fuerza de episodios en los que la política asturiana ha trabajado con el único objetivo de que Sánchez se mantenga en el poder. Ella decidió que estaría con Sánchez hasta el final y así está siendo.
La confianza entre ambos es mutua. Sánchez ha encomendado a Lastra algunas de las labores más difíciles desde que está en Moncloa. Una de ellas, la de las negociaciones para la investidura después de la repetición electoral en noviembre de 2019. Sánchez la elige como la persona que debe salvar al PSOE de un nuevo fracaso. Lastra es obstinada cuando recibe un encargo, máxime si viene de Sánchez. El 11 de noviembre recibió la llamada del Presidente del Gobierno y a partir de ese momento dedicó cada hora de cada día hasta el 5 de enero, en conseguir los apoyos necesarios para que Sánchez fuera investido de nuevo Presidente del Gobierno. De aquellas negociaciones sacó una estrecha relación con Gabriel Rufián. La confianza que Lastra y el portavoz de ERC tejieron ha salvado en varias ocasiones los planes legislativos del Gobierno en el Congreso. Gobernar en minoría es muy difícil y Adriana Lastra y Rafael Simancas han sabido, como pocos, sortear una ristra de obstáculos cada semana para poder salir victoriosos de innumerables votaciones.
Quienes conocen bien a Adriana Lastra mantienen que, sin lugar a dudas, se mantendrá en el círculo de confianza de Sánchez. Ella ya conocía su nuevo destino hace tiempo y se ha mostrado satisfecha y cómoda con su perfil lejos de los focos pero cerca de la toma de decisiones. Su marcha de la portavocía del Congreso no la impedirá seguir manejando información del Gobierno, tomar decisiones orgánicas como número dos en Ferraz y alimentar la relación con ERC y con los otros partidos de los que depende la estabilidad de Sánchez.
Una de las virtudes en política es saber sacrificar a tiempo a alguien de confianza aunque desde el punto de vista humano sea doloroso. Sánchez ya demostró con Ábalos que sus decisiones van encaminadas a apuntalar a su electorado en los dos años que quedan de legislatura. Y aunque las formas y el fondo de la salida del exsecretario de Organización del PSOE nada tienen que ver con las circunstancias en las que Lastra deja su cargo, es una muestra más de que Sánchez tiene unos planes muy concretos para la recta final de su mandato. Un nuevo tiempo que precisa de nuevas caras y nuevos portavoces. El sustituto de Lastra será Héctor Gómez, un hombre de la máxima confianza de Sánchez, hasta ahora Portavoz de exteriores en el Congreso e integrante del núcleo duro socialista en el Congreso. La continuidad está asegurada.
Mientras tanto, la todopoderosa y discreta Adriana Lastra seguirá haciendo lo que sabe hacer. Trabajar en la sombra para que el que brille sea Pedro Sánchez. Sus colaboradores en el Congreso siempre reclamaban para ella más reconocimiento, y aunque como buena política tiene ambición, nunca le gustó demasiado llevar la voz cantante en público. En privado es otra cosa. Porque Lastra ha sido casi todo en el PSOE de Pedro Sánchez. Y nada hace pensar que dejará de serlo.