Cayetana Álvarez de Toledo es estos días la nueva china en el zapato de Pablo Casado. Digo la nueva porque la de Isabel Díaz Ayuso es de sobra conocida. Pero la exportavoz parlamentaria está haciendo lo que sabe hacer: complicar la vida al líder de su partido. Ya lo hizo con Mariano Rajoy, al que acusó de despreciar la política culpándole de todos los males que acechaban su partido. La historia se repite.
Ella se retiró de las listas electorales en 2015 porque, según publicó ella misma en un artículo en El Mundo, no tenía argumentos suficientes para seguir apoyando la gestión del Gobierno de Rajoy. Y se marchó porque ella quiso. No sin sembrar de todo tipo de críticas sobre su propio partido.
Álvarez de Toledo vivió retirada de la política pública hasta que Pablo Casado la rescató. Fue un fichaje del propio Presidente del Partido Popular, un empeño personal cuando se hizo con las riendas del partido. La incluyó en la lista electoral de 2019 y la nombró portavoz del grupo parlamentario popular en el Congreso. La luna de miel duró poco. Pronto empezaron las discrepancias entre ella y Teodoro García-Egea, secretario general del partido y mano derecha de Casado. Cayetana denunciaba injerencias de Génova en sus competencias día sí y día también. Ella seguía siendo la de siempre: una política irreductible a la que le gusta pensar, hablar y quitarse las ataduras de una organización política. Duró en el cargo apenas un año. Fue destituida por el mismo hombre que la nombró.
Casado y ella se vieron en Génova y el líder del PP la fulminó tras una larga conversación. Después ella se fue a las puertas del Congreso para hacer declaraciones ante los medios y calificó de desdichadas las causas de su destitución. Ese día fue durísima con el liderazgo de su jefe de filas. Desde entonces, se convirtió en la diputada invisible. Su última intervención en un pleno data del 22 de julio de 2020, mientras todavía era portavoz popular en la cámara baja. La última vez que firmó una iniciativa parlamentaria fue el 13 de diciembre de 2019. Actualmente es vocal en dos comisiones: la de Ciencia, Innovación y Universidades y la de la Unión Europea. También, y lo que es más importante, es Vicepresidenta de la Comisión de Hacienda. Este último cargo le reporta pingües beneficios económicos.
Todos los diputados cobran 3.050,62 euros al mes. A esta asignación se añaden los complementos del cargo de Vicepresidenta que suponen otros 1.134,40 euros al mes. Y también hay que sumar la cantidad establecida que reciben los diputados elegidos por circunscripciones distintas a Madrid. Cayetana Álvarez de Toledo es diputada por Barcelona y recibe por ello un complemento de 1959,62 euros. Así que la diputada popular recibe al mes más de 6.100 euros por su cargo. Y lo hace representando a un partido del que reniega y con el que no colabora. Las palabras sobre Casado en su libro recuerdan a lo que ya hizo con Rajoy. No le gustaba el expresidente del Gobierno y ahora tampoco le gusta Casado. Dice de él que es un "bienqueda, un hombre empático con ganas de caer bien a todo el mundo". En el partido están hartos de Cayetana. Hay un profundo malestar con su actitud y sus declaraciones. Están pensando seriamente sancionarla por romper la ruptura de la disciplina de voto en la votación de los candidatos al Tribunal Constitucional. Pero desde Génova tampoco quieren entrar al cuerpo a cuerpo con ella para no dar publicidad al libro en el que cuestiona el liderazgo de Casado. Debió pensar el líder del PP que Cayetana se metía con Rajoy por ser Rajoy. Pero no se dio cuenta de que el problema radica en que Cayetana es Cayetana. Y a Cayetana no le gustan los jefes. A ella no le manda nadie.