Las cosas no son fáciles en el matrimonio PSOE- Unidas Podemos. Esto no es nuevo. Sus diferencias afloran desde hace meses y ya casi nadie oculta que no se llevan tan bien como deberían, o tan bien como decían que se llevaban. Se reúnen, revisan su pacto y prometen que mejorarán los mecanismos de coordinación. Pero nada más lejos de la realidad. Todo acaba convertido en papel mojado.
El peso de los días en unos meses dificilísimos de gestionar está haciendo mella en los socios del Ejecutivo. "Son como niños", dicen en el PSOE. "No cumplen con lo pactado, nos ningunean", se quejan amargamente en el partido morado. Las críticas entre ellos se acumulan en las conversaciones de pasillo. Las amenazas de "hasta aquí hemos llegado", también.
No es complicado escuchar cómo protestan por la actitud del contrario. Hablan como si no fueran socios de Gobierno. Como si solo fueran enemigos. Hablan como si no se dieran cuenta de que se echan piedras contra su propio tejado. Como si pensaran que no están dando munición a la oposición. Pero todo lo contrario. Sus riñas públicas solo les dañan a ellos. La sensación que reina es que les resta credibilidad y no da confianza a un país que tanto la necesita.
Los que los miran desde fuera también alertan de la deriva que están tomando los socios. Los portavoces de otros grupos auguran un futuro parecido al de ERC y Junts per Catalunya: dos socios que gobiernan sin hablarse. Y vaticinan que acabarán tan mal como han acabado los independentistas catalanes.
En las últimas horas, en el Congreso, se ha puesto de manifiesto el caos total entre los socios. Déjenme que les cuente la cronología de los hechos y juzguen ustedes mismos.
El Gobierno, a las 20:56 de la noche, informa por un mensaje de móvil a los periodistas que el Ministerio de Justicia va a hacer "una revisión de los delitos relacionados con excesos en el ejercicio de la libertad de expresión". Aclaran que Justicia quiere "que los excesos verbales que se cometan en el contexto de manifestaciones culturales o intelectuales, permanezcan al margen del castigo penal". Una clara intención de evitar condenas de cárcel como la que ha recibido el rapero Pablo Hasel.
Al conocerse el comunicado de Moncloa, en Unidas Podemos saltan todas las alarmas que saltan los días que se cabrean. Los de Iglesias se movilizan y mandan ellos también un mensaje a la prensa dando a entender que la idea de proteger la libertad de expresión es suya y que en las próximas horas registrarán la iniciativa solo con su firma. Empieza entonces la enésima pelea.
En Unidas Podemos aseguran que comunicaron al gobierno que registrarían la iniciativa y que, de manera intencionada, les pisaron la noticia. Los de Pablo Iglesias acaban registrando su texto tal y como pretendía y a partir de ahí se produce un despropósito tras otro.
La propia Portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, llega a afirmar en rueda de prensa que desconoce si otro grupo ha presentado alguna iniciativa sobre la libertad de expresión. Dice "otro grupo" como si Unidas Podemos fuera cualquier grupo, uno que no se sienta con ella en el Consejo de Ministros. Añade que, "en cualquier caso, será una iniciativa de este Gobierno". La pregunta sería: ¿qué Gobierno? ¿El del Psoe? ¿El de Podemos?
Si es verdad que desconoce lo que su socio lleva al Congreso, mal. Si sí lo conoce pero nos miente con la clara intención de ignorar en público a su socio, peor. Una muestra más de que ya no tratan ni de esconder el mal rollo.
Pero en la misma mañana pueden pasar más cosas. Y pasan. El PSOE anuncia que en el próximo pleno incluirán su iniciativa de la Ley de Igualdad del trato, conocida como Ley Zerolo. La noticia cae como una bomba en el Ministerio de Igualdad de Irene Montero. Desconocían los planes de los socialistas y se vuelven a quejar de que no han contado con ellos para redactar el texto. Segunda bronca en la misma mañana.
Pero esperen, que no hay dos sin tres. La tercera discrepancia se produce a cuanta de las palabras de Pablo Iglesias en las que dice que en España no hay normalidad democrática con políticos en la cárcel y otros fugados de la Justicia. El PSOE se afana en salir a contradecirle y dejar claro que para ellos sí hay una democracia plena.
Pero es que, además de todo esto, también están a la gresca por la ley de vivienda y por la ley integral para las personas Trans.
Unos y otros achacan los encontronazos a estrategias propias de la campaña electoral catalana pero lo cierto es que ya nos venían avisando de que la relación se deteriora por semanas. La impresión es que ninguno de los socios tiene la intención de callarse o ser leal.
Así que toca acostumbrarse al espectáculo lamentable que protagonizan mientras la derecha se frota las manos.