La anterior semana fue Bildu. Esta semana, los desahucios. No hay semana tranquila para la coalición. Y no precisamente por culpa de la oposición. Los responsables del ruido son ellos esta vez, los propios socios que se ponen zancadillas a sí mismos. Aún no se había acabado la polémica por la maniobra de Iglesias para que Otegi diera casi por seguro su apoyo a las cuentas, cuando Unidas Podemos ha vuelto a la carga. Lo de esta semana ha sido otro aviso a Sánchez, esta vez para que recapacite su posición sobre los desahucios, un tema, otro, que divide a los socios.
El presidente del Gobierno y el vicepresidente primero hablaron el fin de semana y no consiguieron ponerse de acuerdo sobre este asunto. Quedaron en hablarlo más adelante y buscar una solución.
Iglesias quiere acabar con todos los desahucios hasta, como mínimo, el final del Estado de Alarma. Persigue paralizar los que se produzcan en todas las situaciones, incluidos los casos previos a la crisis del COVID e incluidos también los desalojos de la ocupación de viviendas públicas vacías. El PSOE está dispuesto a ampliar la prohibición de los desalojos hasta el final del Estado de Alarma e incluir los supuestos de casos anteriores al coronavirus. Pero por donde no está dispuesto a pasar el ministerio de José Luis Ábalos es por proteger los casos de ocupación. La posición del PSOE es la de buscar el equilibrio entre el derecho a la vivienda y la seguridad jurídica de los propietarios.
Ante la falta de acuerdo después de la conversación entre Sánchez e Iglesias, Unidas Podemos decide recurrir a su ya conocida táctica: presionar al PSOE por la vía de los hechos. Llamaron a ERC para pedirles que firmaran con ellos una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado sobre desahucios. Los independentistas catalanes aceptaron porque es un tema que a ellos también les beneficia de cara sus votantes y pusieron sus condiciones: que el texto recogiera una prohibición de los desahucios hasta diciembre de 2022.
Pablo Echenique, portavoz de Unidas Podemos, le comunicó a la portavoz socialista, Adriana Lastra, que presentarían la enmienda e invitó a su socio a unirse a ella.
El PSOE respondió que era un texto inasumible para ellos y les recordó el acuerdo al que habían llegado de no presentar ninguna enmienda a las cuentas que no estuviera pactada entre ambos. Según el PSOE, Lastra pidió a Echenique que no registraran la enmienda.
Desde Unidas Podemos lo niegan, asegurando que ella no puso buena cara, pero que no les pidió que dieran un paso atrás.
El caso es que la enmienda se registró y el revuelo se produjo de inmediato por un hecho sorprendente: un partido de Gobierno que enmienda sus propias cuentas que se supone que previamente ya había pactado con su socio. La coalición cada día es un galimatías más difícil de descifrar. Pero en realidad todo es más simple de lo que parece: dos socios a los que les conviene gobernar juntos pero que mantienen serias discrepancias en muchos temas. Unidas Podemos tiene claro que no va a tragar con asuntos que no comparte, como los desahucios, y no tiene problema ninguno en jugársela a su socio para conseguir sus objetivos porque además dicen que otras veces es el PSOE el que se la juega a ellos. Aunque el ruido empañe todo lo demás. Aunque la oposición se aproveche de ese ruido para dañar la credibilidad de la coalición. Aunque den la imagen de un Gobierno mal avenido. Aunque estemos en la pandemia más grave de la historia reciente. Que no pase una semana sin su polémica. No vaya a ser que nos aburramos.