El enfrentamiento entre el PSOE y Unidas Podemos por la Ley Trans no es nuevo. De hecho, dura ya demasiado. Las discrepancias sobre cómo definir y desarrollar la autodeterminación de género es el principal escollo que impide a los socios sacar adelante el texto legislativo. Hasta ahora la pelea ha sido declarativa, en los medios de comunicación y en las redes sociales. También ha habido discusiones internas del Ministerio de Igualdad con el de Justicia y la Vicepresidencia que dirige Carmen Calvo. Tal es el desencuentro, que Irene Montero tuvo que recurrir hace algunas semanas a Pedro Sánchez, pidiéndole que interviniera para acabar con el enconamiento de las posiciones y favorecer el acuerdo.
En las últimas horas, la disputa también ha saltado al hemiciclo. Los grupos que apoyaron al gobierno de coalición, en un intento por presionar al PSOE, han llevado hasta el pleno el debate de la ley. Pensaron que quizás los socialistas no se atreverían a no votar a favor. Pero se equivocaron. Es un texto prácticamente calcado al que redactó el Ministerio de Irene Montero y el PSOE lo ha rechazado con el argumento de que no tiene calidad jurídica. Mismo argumento que usan para frenar el texto de la Ministra de Igualdad.
El debate ha puesto de manifiesto que las posiciones aún están alejadas. De hecho, el PSOE, con su abstención, no ha permitido que la iniciativa supere el trámite parlamentario para empezar su discusión en la cámara baja. El voto en contra del PP ha ayudado también a que no prospere.
Los grupos que son socios del ejecutivo de coalición han reprochado, con firmeza, a los socialistas su posición. Joan Baldoví les ha llamado incluso Poncio Pilatos. Pero también lo ha hecho Ciudadanos, quien critica que se pongan de perfil en un asunto sensible que busca avanzar en derechos.
Irene Montero, en un gesto muy poco habitual, ha acudido al debate y ha intervenido al final del mismo. Lo ha hecho para, con rabia contenida, pedir perdón a los colectivos trans por no llegar a la celebración del Orgullo con la ley en marcha. No ha cargado directamente contra el PSOE ni contra Carmen Calvo, la principal opositora a su ley. Ha tendido la mano y se ha ofrecido a recuperar el consenso que se alcanzó en 2019 cuando el PSOE sí voto a favor de un texto prácticamente igual. Pero también ha hecho toda una declaración de intenciones. Con gesto muy serio se ha comprometido a convertir la libre determinación en una realidad en España. Ha mantenido que es una tarea ineludible.
Desde Unidas Podemos no quieren trabas para que una persona que así lo decida cambie su género en el Registro Civil. El PSOE sin embargo quiere que las personas tengan que presentar pruebas como un informe psicosocial, fotos o incluso la declaración de un testigo. La rivalidad entre Carmen Calvo e Irene Montero es total. Desde el Ministerio de Igualdad se quejan de que no les dejan levantar cabeza, frenando casi todo lo que suponga un avance en materia feminista o de derechos. Los socialistas siempre usan el mismo argumento: que quieren leyes con garantías jurídicas, que pasen el examen del Tribunal Constitucional si son recurridas por la derecha.
El rostro de este martes de la ministra de Igualdad mostraba hartazgo y cansancio. Es probable que se le esté acabando la paciencia pero tampoco tiene intención de tirar la toalla. Será la primera batalla entre los socios con el liderazgo de Yolanda Díaz y sin Pablo Iglesias. Interesante ver cómo se gestiona, cómo se soluciona y quién gana la batalla. Si es que se resuelve.