Estamos igual que en abril. O peor. Peor porque la extrema derecha se consolida en el Congreso con 52 diputados. Vox ha sacado 28 diputados más que en abril. Una segunda oportunidad para la extrema derecha que han sabido aprovechar. Además, el bloqueo persiste. La balanza no se inclina con claridad ni hacia la derecha ni hacia la izquierda.
La noche electoral nos deja varias claves. La primera, que la gobernabilidad habrá que sudarla, negociarla y pelearla. No va a ser fácil. Se lo dije hace meses. Que muy pronto estaríamos hablando de las terceras elecciones. Ese momento ya ha llegado. Acabamos de votar y la amenaza de volver a poner las urnas es real. La única buena noticia de ese abismo es que la posibilidad de unas terceras elecciones podría provocar que todos los partidos se replantearan sus férreas posiciones.
Pedro Sánchez quiere gobernar. Hasta ayer quería hacerlo en solitario con apoyos externos y puntuales de Ciudadanos, Unidas Podemos y el Partido Popular. Lo tenían clarísimo en la dirección de Ferraz desde hace semanas. Esta misma noche ha pedido responsabilidad a todos los partidos.
El PSOE ha ganado las elecciones pero lo hace con mal sabor de boca. Ha perdido 3 diputados y se queda con 120 escaños en el Congreso. Habrá que ver ahora, con ese resultado, si el PSOE mantiene sus intenciones o la realidad le hace cambiar de planes.
Quizás Pedro Sánchez tenga que volver a considerar la opción de gobernar con Unidas Podemos. Pablo Iglesias ya se lo ha pedido sin ni siquiera estar escrutado el 100% de los votos. Aún así, PSOE y Unidas Podemos tampoco suman por sí mismos. Necesitan el apoyo de varios grupos parlamentarios más. Lo que la derecha denomina el Gobierno Frankenstein.
Y aquí llega la segunda clave: los partidos nacionalistas e independentistas vascos y catalanes. Siguen condicionando la política nacional con 35 diputados. Antes eran 32. Así que la sentencia del procés no ha hecho más que hacer crecer el sentimiento independentista. Pero es que además crecen también los nacionalistas e independentistas vascos. Euskadi ha votado mirando a Cataluña y crece su representación en el Congreso. PNV y Bildu mejoran sus resultados. Así que si Sánchez se abre a un gobierno de coalición va a necesitar el apoyo o la abstención de algún partido nacionalista o independentista. El deseo de Sánchez de no depender de ellos no se ha hecho realidad. Mala noticia para el inquilino de la Moncloa.
La tercera clave es el PP. Pablo Casado ha salido al balcón de Génova a dejar claro que él es incompatible con Pedro Sánchez y que ejercerá la alternativa. Habrá que ver si a Casado la realidad le estropea también su titular. Desde mañana Pedro Sánchez y los socialistas ejercerán toda la presión sobre él. Los socialistas quieren la abstención de los 87 diputados del Partido Popular. Quieren que les devuelvan el favor y lo van a poner encima de la mesa a partir de mañana lunes. Sánchez ya ha pedido hoy responsabilidad a todos los partidos. Una forma amable de empezar a pedir la abstención.
La ultima y cuarta clave pasa por Cs. El gran perdedor de la noche. Albert Rivera se acordará eternamente de las elecciones de abril de 2019. Cuando consiguió 57 diputados y se convirtió en la tercera fuerza del Congreso de los Diputados. Una cifra que le permitía gobernar con el PSOE y sumar una mayoría amplia de 180 diputados. Cs rechazó la idea de un gobierno estable y la decisión le ha costado, nada más y nada menos, que 47 escaños.
Así las cosas, paciencia. Porque la gobernabilidad se antoja complicada. Sánchez dijo que no habría vacaciones parlamentarias en Navidad. Desde luego, trabajo va a tener si quiere seguir en Moncloa.