Los que defendían el 'Rodea el Congreso' en 2013 están ahora en el Gobierno. Y los que entonces lo evitaban , los policías, lo rodearon ayer. Los sindicatos policiales Jusapol, Jupol y Jucil se manifestaron en las inmediaciones del Congreso para protestar por la paralización de la Iniciativa legislativa popular que reclama la equiparación salarial de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Tenían permiso de la Delegación del Gobierno. Media hora antes de que comenzara la manifestación de manera oficial ya estaba prohibido el acceso a la Carrera de San Jerónimo, ocupada por los manifestantes. Tampoco estaba permitido el acceso al parking del Congreso de los Diputados.
Había un amplio despliegue de agentes de la Unidad de Intervención Policial, conocidos como antidisturbios, y también varios furgones policiales aparcados a lo largo de la Carrera de San Jerónimo. En esta ocasión no se instalaron las vallas de alta seguridad que sí se usan en otras numerosas concentraciones. Los agentes antidisturbios intentaron, sin éxito, hacer una barrera humana para evitar que los manifestantes, sus compañeros, accedieran hasta la puerta de los Leones. Pero esta vez los que protestaban pudieron con ellos. Rompieron el cordón policial, avanzaron por la Carrera de San Jerónimo sin freno y llegaron justo hasta las escalinatas del Congreso de los Diputados. Ahí pararon. Ahí les pararon. Midieron muy bien sus pasos, como si supieran dónde estaba la línea roja que no tenían que pasar. A muchos periodistas la avalancha de los manifestantes nos pilló trabajando, tomando nota de lo que ocurría y, sin tiempo para reaccionar, entre empujones, nos vimos atrapados en la marabunta.
Cuando quisimos salir nos encontramos con que algunos agentes antidisturbios no nos dejaban pasar. Habían instalado, esta vez sí, un férreo control policial. La orden para que nadie se acercara a la verja del Congreso nos la quisieron aplicar también a quienes trabajamos dentro, demostrando que el sentido común es muchas veces el menos común de los sentidos. Uno de los inspectores del Congreso de los Diputados, que conoce bien a quienes trabajamos en la institución, nos ayudó a traspasar el cordón policial y salir de la manifestación en la que, evidentemente, los periodistas no queríamos participar.
A lo largo de la mañana pasaron más cosas poco habituales. Los manifestantes de los sindicatos policiales se movieron libremente alrededor del Congreso. En un momento dado tenían copados todos los accesos a la Cámara baja. Las cuatro puertas estaban llenas de policías manifestándose que clamaban en contra del Gobierno. Muchos trabajadores de la casa no podían ni entrar ni salir. El aparcamiento del Congreso estaba taponado. Hubo que habilitar una salida conectándolo con el aparcamiento público de la Plaza de Neptuno. La diputada de Junts Per Catalunya, Laura Borrás, ha denunciado a través de Twitter que ella y su jefa de prensa fueron increpadas y perseguidas por los manifestantes cuando salían del Congreso.
Ha dirigido un escrito a la Presidenta del Congreso en el que explica que pidió protección a la policía pero que se la negaron argumentando que no había agentes disponibles. Borrás solicita a Meritxell Batet que investigue lo sucedido y que garantice la seguridad de los diputados y las diputadas.
Hoy, horas después de que todo esto, sigue siendo el asunto del que se habla en los pasillos del Congreso. Nadie entiende cómo se permitió que unos manifestantes ocuparan los accesos de todo el edificio. Lo cierto es que no es nada habitual. Casi todas las semanas se producen concentraciones cerca del Congreso pero siempre están muy delimitadas y acotadas. Por ejemplo, los pensionistas se manifiestan en la acera de enfrente, en la Plaza de las Cortes. Y si alguna vez han intentado acercarse a la verja del Congreso se han encontrado con la contundente fuerza policial.
Los servicios de seguridad de la casa reconocen que la situación se descontroló pero aseguran que lo que pasa fuera del Congreso no es de su competencia. Presidencia va a investigar lo sucedido.