La que se avecina es el título de una serie de televisión que nos sirve para describir con cuatro palabras la que nos espera en el Congreso después del 28 de abril, la que se nos viene encima.
Nada es lo que era y nada es lo que parece. Ganar las elecciones no es sinónimo de gobernar. La noche electoral ya no inviste Presidentes. ¿Quién decía aquello de que gobierne la lista más votada? Ahora en las noches electorales unas veces se gana y otras se pacta. Quien vence se va a la oposición, quien pierde preside, quien más sube en ilusión pretende mandar y finalmente quien menos escaños tiene gobierna en la sombra.
El lunes, con los resultados quemando la calculadora, comenzarán los guiños, las palmaditas, el dejarse querer. Ya hemos sido testigos de amores imposibles pero lo que llega ahora es verdadero poliamor parlamentario. Si a eso le añades unos bloqueos por aquí y unos cordones sanitarios por allá se nos quema el cocido y vuelta a empezar.
Esto no es nuevo. Las urnas, por si acaso, bien a mano, que nadie se precipite para retirar de las estanterías de Moncloa los discos de The Killers y la colección de Gigantes del Basket.
Entre tanta incertidumbre hay una fecha fija, el 21 de Mayo se constituyen las Cortes.
Ese día, con o sin gobierno perfilado, se pondrá de manifiesto el primer gran pacto de la decimotercera legislatura. El pacto que determine quién será el nuevo Presidente o Presidenta del Congreso de los Diputados. Y, lo que es más importante, el poder que cada partido, que cada bloque, tendrá en la mesa del Congreso. Se elegirán los nombres de los 9 diputados y diputadas que ocuparán las sillas del Salón de Ministros. Los elegidos para conformar el órgano que, en la práctica, acaba decidiendo qué iniciativas se legislan, cuáles acaban en un cajón y cuáles se van directamente al punto limpio.
Este pacto marcará la gobernabilidad y despejará de zarzas el camino. El tercer poder del Estado se usa también como moneda de cambio. Las primeras cesiones. Brindis para unos y revés para otros. Quienes hayan cantado línea estarán más cerca del bingo. Las alianzas están servidas.
Nadie regala la presidencia de la cámara, es un puesto codiciado, un Grand Slam. Si algo se ha aprendido en los últimos meses es que merece la pena que el color del Gobierno sea el mismo que el de la presidencia del Congreso. Tras la moción de censura Sánchez heredó la mesa de Rajoy, en ella, el acuerdo entre PP y C´s les otorgaba una mayoría muy útil para lapidar buena parte de las intenciones del gobierno socialista.
Existen herramientas para derrocar un Gobierno pero ojo, derrocar la presidencia de la cámara es un sueño imposible y acabar durmiendo con tu enemigo una pesadilla.
El calendario se dilata más aún en el Sudoku de la gobernabilidad. Las autonómicas y municipales del 26 de Mayo abren más pactos entrelazados; los que se produzcan para gobernar las grandes ciudades del país. Muchos de esos Ayuntamientos no se constituirán hasta mediados de junio y hasta entonces, la presidencia de España podría quedarse en boxes, empantanada, a la espera de que se cumpla la palabra. ¿Cuántas capitales de provincia y cuántas comunidades autónomas valen el gobierno de una nación?
A la espera de acontecimientos, el Congreso aprovecha para mejorar su imagen y poder lucir en todo su esplendor ese próximo 21 de mayo. En los últimos días han barnizado la presidencia del hemiciclo. La madera estaba ya demasiado manoseada y necesitaba recuperar el brillo. A ver cuánto dura. Lo del brillo, digo.