Parece una barbaridad esta pregunta. Seguro que habrás pensado que nos ahogaríamos y tendríamos un gran problema. Es cierto, si los 459 kg de basura urbana que generamos por habitante en nuestras casas al año se quedasen en ellas tendríamos un gran problema, sin duda. En total en nuestro país generamos al año 46.720 toneladas de basura urbana. Una barbaridad. Pero no me refiero a eso.
El valor de las palabras y el uso del lenguaje condiciona mucho nuestro pensamiento. Grandes comunicólogos han elaborado muchos estudios sobre este tema. Por eso por ejemplo en política es muy importante e ilustrativo el uso del término adecuado.
Analizando la frase podemos ver qué significa TIRAR: "Desechar algo, deshacerse de ello" y lo que significa BASURA: nos podemos quedar con dos de sus definiciones,"residuos desechados y otros desperdicios" y otra más clara "cosa repugnante o despreciable".
Está claro, nos deshacemos de algo que nos repugna o se desprecia.
Pero siendo necesario que no permanezca en nuestras casas, lógicamente, tenemos ese concepto muy interiorizado. Nos lo quitamos del medio y, mayoritariamente, no tenemos gran interés en saber qué ocurre después, excepto cuando nos lo encontremos de nuevo en el campo, el mar o en nuestro entorno.
Lo que llamamos basura no es precisamente algo despreciable. ¿Sabías que cada año la "basura" que tiramos en el mundo tiene materiales con un valor en el mercado superior a los 50.000 millones de euros? Tiramos oro, plata y bronce (parecen las Olimpiadas) además de otros muchos metales, plásticos reutilizables, madera y un largo etcétera de materiales que pueden ser usados de nuevo, tienen valor en el mercado y se puede evitar su obtención de la naturaleza lo cual es, además, más caro.
Una buena iniciativa que nos puede ilustrar es el proyecto de los próximos Juegos Olímpicos y Paraolímpicos de Tokio 2020 en el cual las 5.000 medallas de oro, plata y bronce se realizarán con material obtenido del reciclaje de móviles. En concreto se necesitarán ocho toneladas de teléfonos móviles. Un buen ejemplo del valor, aunque sea económico, de lo que tiramos.
La economía circular es un concepto que cada vez oímos más y que nos señala cómo debemos abandonar el modelo productivo actual en el cual extraemos materias primas y generamos energía, las adaptamos para la producción de productos que compramos, se estropean, los "tiramos a la basura" y volvemos a empezar. Si bien es cierto que ya una parte de esos materiales los reciclamos a nivel mundial, alrededor del 35-40%, esto no es suficiente, ni factible. Debemos usar el criterio de la economía circular en el cual ya desde la fase del diseño de los productos se considera la reutilización de sus partes, se repara u ofrece otro uso (un chip obsoleto de un ordenador actual es más que suficiente para una lavadora inteligente de última tecnología, por ejemplo) y finalmente se reutilizan los materiales de forma eficiente.
Evitamos el descontrol de la extracción de materia primas, permitimos sociedades más eficientes e incluso es mucho más barato.
Por todo ello propongo que cambiemos nuestra forma de hablar. Ya no tiremos la basura, sino que depositemos los residuos, por supuesto en su contenedor o punto limpio, ese cambio sencillo de términos nos ayudará a darnos cuenta del valor de la "basura". Es bueno para el planeta y bueno para todos, hablemos con propiedad.