Lo ha dicho el vicepresidente del Govern de la Generalitat y hombre fuerte de Esquerra, Pere Aragonés. En una entrevista en TV3, Aragonés se explayó acerca de la cuestión temporal, numérica e incluso jurídica en torno al asunto separatista. Empleando a fondo la estrategia de Oriol Junqueras, que, si bien mucho ha perdido en lo personal, mucho más ha de ganar en lo político con la cárcel, desgranó uno por uno el argumentario emanado desde la prisión de Lledoners.
De entrada, el hombre fuerte de Esquerra en el Govern de Torra dijo que declarar unilateralmente la independencia, si la sentencia del juicio del procés es adversa, le parecía poco menos que una tontería. "La unilateralidad la tiene quien puede y no quien quiere. Y quien puede, ahora mismo, es el Estado". Primera jarra de agua fría para los puigdemontianos. Andan estos muy revoltosos especulando acerca de las cosas que van a hacer si se produce una sentencia que condene a los implicados: paros de país, concentraciones en lugares estratégicos, manifestaciones multitudinarias, en fin, como los gritos de ritual, pero en versión indepe. Pero las masas separatistas están cansadas de tanto parchear y tanto pito, que diría Don Mendo, y ya solo acuden los más cafeteros. El personal, incluso los estelados, quiere una cierta vuelta a la normalidad.
Por eso Aragonés no quiere meterse en jardines extraños, que bastante jodida está la cosa como para inventos. El hombre explicaba que están trabajando para encontrar una salida política al conflicto, añadiendo que no van a imponer líneas rojas. Pim pam, toma Lacasitos. Es el nuevo espíritu en una Esquerra que aspira a ocupar el lugar de Convergencia, que decidía la gobernabilidad de España y pactaba con el gobierno central a cambio de que este les dejase Cataluña en sus manos y no metiera las narices donde no tocaba.
En Esquerra, que no es Convergencia, saben que Sánchez les necesita imperiosamente si quiere encontrar la manera de acabar con el quilombo catalán. Saben también que de lo que se trata ahora es de encontrar una salida "honorable", cosmética, que pueda convencer a los que se creyeron que eso de la república de los ocho segundos iba en serio, para poder gobernar sin trabas y con pasta. Porque, en el partido de Junqueras lo que se quiere, en el fondo y en la forma, es gobernar una autonomía con otro nombre. Y sí, seguro que se acabará pactando una especie de votación placebo en la que se nos preguntará a los catalanes acerca de todo y de nada, y los hiperventilados dirán que eso es más falso que un euro con la cara de Manolete, y seguiremos con la inmersión, el estalinismo en lo medios públicos y la ingente nómina de subvencionados de la estelada.
Todo eso sucederá, y la resultante que tendremos será un gobierno de Esquerra en la Generalitat – recuerden, es la primera fuerza en intención de voto en Cataluña – en coalición con socialistas y podemitas y a un Sánchez instalado en Moncloa sin tenerse que ocupar demasiado de sus socios catalanes. ¿Y los de Puigdemont y Torra?, se preguntarán ustedes. Pues, según nos cuenta un pajarito estelado, una parte del PDECAT capitaneada por Mas se reconvertirá, aliándose con Esquerra, y otra facción, la más dura, encabezada por Puigdemont, Torra, et altri, pasará a ser un partido directamente de ultra derecha xenófoba. Vamos, lo que ya son ahora. Habrá que ver también qué pasa con inventos tales como la Lliga Catalana. Pero eso, como diría Kypling, ya es otra historia.