Hace pocas semanas se estrenó la última película de Guillermo del Toro, un remake, que llaman; una revisión del clásico filmado por Edmund Goulding en 1947, y que a su vez es una adaptación de la novela de William Lindsay Gresham publicada en castellano por la editorial Sajalín.
Se trata de una novela realista que describe la sordidez del mundo del espectáculo en su versión más cutre, es decir, que muestra la vida sombría de los feriantes, hombres y mujeres que se buscan la vida recorriendo carreteras de polvo y miseria donde la hierba nunca se cruza. La aridez con la que esta escrita la novela de William Lindsay Gresham nos recuerda al Steinbeck más duro, el de 'Las uvas de la ira', cruzado con el Nelson Algren de 'El hombre del brazo de oro', aunque la novela de Algren sea un poco posterior.
Con todo, la historia que nos cuenta William Lindsay Gresham traspasa las fronteras del realismo social y llega hasta el ocultismo, hasta el mundo invisible donde el destino mueve sus hilos y es interpretado por una bruja con ayuda de las cartas del Tarot, algo más que unas cartas, pues la lectura de sus arcanos obedece al libro que leen los vagabundos. William Lindsay Gresham fue uno de ellos. Con su guitarra recorrió los caminos de la América más profunda cantando canciones folk al estilo de Woody Guthrie.
Su vida fue tan apasionante que bien podría ser filmada. Acabó sirviéndose un disparo en la habitación de un hotel de segunda, en Nueva York, el 14 de septiembre de 1962 a la edad de 53 años. Pero en su juventud, William Lindsay Gresham vino a España como voluntario para luchar en nuestra Guerra Civil por el lado legítimo. Formó parte del Batallón Abrahám Lincoln.
Fue durante la contienda cuando William Lindsay Gresham conoció a un médico que le contó la historia del hombre que era expuesto en las ferias como una atracción más, un tipo degenerado por el alcohol que era capaz de comerse sus propias heces. La historia de aquel hombre se quedaría a vivir para siempre en el trastero del inconsciente de William Lindsay Gresham; una historia siniestra donde las miserias humanas son convertidas en mercancía.
Años después, aquella historia fue escrita en una exitosa novela, la misma que ahora Guillermo del Toro ha vuelto a llevar a la gran pantalla con Bradley Cooper y Cate Blanchett como protagonistas, setenta y cinco años después de que Tyrone Power y Joan Blondell se lucieran en una de las mejores adaptaciones cinematográficas que se han hecho a partir de un libro.
La crítica a la sociedad del espectáculo llega a ser tan hiriente, la sordidez que describe Edmund Goulding con la cámara es tan real, que 'El callejón de las almas perdidas' es de esos clásicos que merecen ser vistos más de una vez; y de dos. Siempre se descubren cosas nuevas.
Aún no hemos visto la película de Guillermo del Toro, por eso no podemos emitir juicio alguno sobre ella. Lo cierto es que Guillermo del Toro sabe hacer cine, y eso son puntos a su favor. Tan cierto como que la lectura de la novela de William Lindsay Gresham es de esas cosas que no se olvidan. Nadie vuelve a ser la misma persona después de la experiencia. Si no saben qué leer, es una buena oportunidad para descubrir esta crítica al mundo del espectáculo en su dimensión más sombría y miserable.