Si no fuese por 'Pulp Fiction', el éxito de Tarantino se debería al prestigio de su fracaso. Es decir, que si no hubiese sido por 'Pulp Fiction', el amigo Tarantino estaría considerado como un cineasta de culto; uno más de tantos otros.
Porque ninguna película posterior ha conseguido superar la simpática historia de los dos matones moldeados al estilo de Hemingway en su cuento fundacional 'Los asesinos'. Con una base narrativa donde lo que no se cuenta importa más que lo contado, Tarantino consiguió hacer una obra de arte. Nada que ver con esta última, 'Once Upon a Time in Hollywood', una peli lo más parecido a una patata frita bañada en mayonesa.
Por seguir con referencias literarias, el montaje de 'Pulp Fiction' debe su mérito, en buena parte, a la cita de Saint-Réal que incluyó Stendhal en 'Rojo y negro': "Una novela es un espejo que se pasea por un camino". Sí. Lo que pasa es que Tarantino va y lo rompe y luego lo recompone a su manera para contar antes lo que sucede después. Durante el camino de 'Pulp Fiction' suceden muchas cosas, mientras que en el camino de 'Once Upon a Time in Hollywood', suceden tan pocas que, al final, Tarantino ha conseguido hacer una película doméstica. Para que la veamos en la tele de casa y así poder pararla a nuestro gusto cuando se antoje ir a la nevera a por una cervecita.
Con todo, todavía hay gente que se pone estupenda con Tarantino, justificando el cansancio narrativo del cineasta con argumentos tan anémicos como el que sigue: "Es que su cine se ha hecho europeo, ahora Tarantino dirige en otro tempo". Gilipolleces. Las únicas secuencias de acción directa, las que llevan la huella Tarantino, suceden al final de 'Once Upon a Time in Hollywood', esto es, cuando se recrean los momentos previos al asesinato de Sharon Tate. Pero no vamos a hacer expolio, no vamos a destripar lo mejor de la peli.
Aunque Tarantino no haya sabido pasear su espejo como en 'Pulp Fiction', tan sólo vamos a decir que la película se desarrolla en el año 69; año en el que el movimiento hippy acabó tocando suelo. La crónica sangrienta tuvo su buena parte de culpa. A principios de diciembre, en Altamont, sobre un escenario levantado en un circuito de carreras de coches, los Rolling Stones descargaban su simpatía luciferina. Bajo el escenario, un equipo de seguridad, formado en su mayor parte por moteros de los Ángeles del Infierno, contenía a un multitud desbordada. Mick Jagger cantaba la de 'Under My Thumb' cuando, un joven negro, de nombre Meredith Hunter, apareció en el escenario armado con una pistola. Uno de los moteros, sin pensárselo dos veces, se lanzó a por él con un cuchillo de filetear carne y el joven Meredith acabó en el suelo con un tajo mortal de necesidad.
Meses antes, una secta satánica había practicado un ritual de sangre y sacrificio. Sus miembros, de apariencia jipiosa, vivían en régimen de comuna en un rancho del desierto californiano. Entre las personas sacrificadas estaba Sharon Tate que en aquel tiempo vivía su romance con el director Román Polanski -que también sale en la peli- de quien estaba embarazada. Primero cortaron sus pezones y después abrieron su vientre en canal. Polanski no estaba presente la noche del crimen.
Por aquella época había dejado de ser un cineasta de culto y el prestigio de su fracaso empezaba a quedar atrás gracias a su película 'La semilla del diablo'. Los interiores de dicha peli habían sido rodados en el edificio Dakota, un inmueble neoyorkino de culto para
los satánicos; una construcción con mal fario. A sus puertas, John Lennon caería asesinado años después y durante el rodaje de 'La semilla del diablo', distintos grupos de practicantes de magia negra se acercaron para amenazar a Polanski. En uno de los grupos militaba Charles Manson.
Tras cumplir su amenaza, Charles Manson fue juzgado como instigador de los asesinatos. El fiscal del caso, Vincent Bugliosi reconstruyó los crímenes de la familia Manson y los dio a la imprenta. El resultado fue un tocho de prosa ágil que viene a sumarse a la corriente de crónica periodística que inauguró Truman Capote con 'A sangre Fría'. El libro de Vincent Bugliosi lo publica en castellano la editorial Contra y se titula Helter Skelter, como la canción de Los Beatles que inspiró a Charles Manson sus crímenes y cuyo título quedó escrito con sangre en una de las paredes de la mansión de los Polanski.
Sin duda alguna, hay veces en las que la geometría del azar es tan sospechosa que cabría pensar que viene trazada por el mismísimo diablo. Con todo, Tarantino no ha sabido contar con ello. Para nada. Tarantino ha burlado lo más importante, es decir, lo invisible, lo
oculto, lo que nunca ha de contarse si no quieres que una buena historia se malogre.