Hace unos días, Pablo Iglesias presentó su nueva aventura. Se trata de un programa radiofónico, un puto podcast -tal y como él mismo Iglesias ha anunciado-, que lleva por nombre La Base. Desde que se hizo el anuncio, hasta hoy, no han parado los dimes y diretes acerca de este nuevo espacio.
La orfandad en la que Iglesias ha sumido al país desde que se largó de la política institucional se ha hecho notar entre sus incondicionales. También entre sus enemigos. Con respecto a estos últimos, baste decir que se comportan igual que yonquis con síndrome de abstinencia, buscando por los rincones algo que llevar hasta las redes sociales, ya sean bulos o patrañas húmedas como bragas con frenazos de la última conquista amorosa de Iglesias. Aquí todo vale.
Con estas cosas, para reírse de todo, y sobre todo, reírse de sí mismo, Pablo Iglesias salió en un vídeo promocional sentado en unas escaleras, llamando a unos y a otros para conseguir financiación. En un principio, iba a ser un espacio televisivo, pero, al no conseguir los jurdós suficientes para ponerlo en órbita, a Iglesias no le quedó otra que hacérselo con el puto podcast. El citado vídeo es una genialidad guionizada por Manu Levin, su hombre en la sombra.
Con el anunció del puto podcast, las redes sociales se encendieron y los comentarios no se hicieron esperar. A Pablo Iglesias se le dijo de todo, desde puto rojo bolivariano a vomitador de bilis comunista o político fracasado. Bien mirado, es la manera que se gastan los yonquis de la derechuza a la hora de celebrar el final de su síndrome de abstinencia. De entre todos ellos, de entre todos los comentarios habidos y por haber, cabe destacar aquí el del rey de los cuñados; sí, me refiero a Toni Cantó, que en un tuit escribió algo así como que La Base se dice en árabe Al Qaeda. El asunto, además de unas risas, merece un comentario.
Porque este hombre, que se dice a sí mismo político por devoción, todavía no sabe que las cuñadeces son moneda común en los bares y en las calles, así como en los patios de vecinos y en las peluquerías de caballeros, pero que cuando se trata de política institucional, las cuñadeces han de quedarse fuera. Pero, al igual que no puedes pedir sombra a la fuente ni agua al olivo, tampoco puedes pedir talla intelectual a Toni Cantó, cuyo discurso expresivo está mas cerca del discurso de un hombre lobotomizado que del discurso de un político institucional. En fin, vamos a dejarlo ahí, para sugerir que lean el trabajo que mejor cuenta la historia de Al Qaeda a partir de la vida de Osama bin Laden, su infancia, su familia y lo que supuso el ataque terrorista a las Torres Gemelas. El libro se titula 'La torre elevada' (Debate), y en su día ganó el Pulitzer.
Se trata de un trabajo minucioso y pormenorizado que no deja fuera detalle alguno. Lo escribió el periodista norteamericano Lawrence Wright, y entre sus líneas subyace una profunda crítica a los servicios de inteligencia norteamericanos cuyo fallo desencadenó el ataque terrorista que inauguró el siglo. El juego de espejos del que Wright se sirve para colocar a John O'Neill -jefe antiterrorista del FBI- en el epicentro del relato, nos lleva a pensar que el azar se recrea con la geometría, pues, cuando O'Neill se jubila del FBI pasa a ser jefe de seguridad de las Torres Gemelas, donde muere el 11 de septiembre del 2001.
La historia de John O'Neill sirve también para una de las mejores series televisivas de los últimos tiempos, y que se titula de igual manera que el libro de Wright, un trabajo que ya tiene unos años, y que, sin duda, sigue siendo la mejor obra escrita acerca del fundamentalismo islámico.
Lean, por favor, es lo mejor que pueden hacer si no quieren terminar de cuñaos por la vida.