A grandes rasgos, la teoría del valor-trabajo es una teoría basada en el tiempo de trabajo necesario para producir una mercancía. De esta manera, cuanto más tiempo se emplee en producir dicha mercancía, mayor será su precio en el mercado.
A partir de aquí, podemos afirmar que en la sociedad capitalista que padecemos, el valor de nuestro trabajo viene dado por el tiempo que empleamos en la producción de una mercancía, de tal manera que, si podemos producir más unidades de mercancía en menos tiempo, nuestro trabajo tendrá más valor que si las producimos en más tiempo. Dicho de otra manera, cuanto menos tiempo de trabajo se emplee en producir una unidad de mercancía, más beneficiosa será la producción para el capitalista, pero nunca para el trabajador, que identificará el tiempo de su vida con el tiempo de trabajo, llegando a la conclusión de que el trabajo no es otra cosa que beneficio para el Capital.
Con este planteamiento de las ciencias económicas, el tiempo y el trabajo se convierten en mercancía y dejan de ser derechos innatos del ser humano. Por lo dicho, en la última etapa de la Revolución Industrial surgió la disidencia. Ocurrió cuando un filósofo como Marx metió el bisturí a la relación que se da entre el trabajador y la producción, resultando a la vista que se trata de una relación alienante.
Pero tendría que pasar el tiempo hasta que, llegando a la primera mitad del siglo XX, apareciese uno de los textos más críticos acerca del trabajo publicados hasta la fecha. Se titula 'Contra el trabajo' y su autor es el filósofo italiano Giuseppe Rensi, perseguido y encarcelado por el fascismo, y cuya experiencia vital le llevó a escribir una docena de ensayos que abarcan desde el ateísmo hasta la ética, pasando por este libelo crítico que hoy nos ocupa, y donde Rensi aspira a la abolición del trabajo alienante.
Lo hace reflexionando acerca de la moralidad y de la inmoralidad del mismo, cubriendo ambos aspectos, señalando que es más inmoral el trabajador que trabaja por necesidad que el que deja de trabajar porque el trabajo no lo necesita, lo que lleva a definir como sumamente inmoral a todas aquellas personas que trabajan por vicio. Porque el trabajo ha de ser un medio, nunca un fin en sí mismo, como sucede en la actualidad donde el trabajo es una mercancía tóxica que está en contraposición al juego, al arte, y a cualquier otra actividad que nos aleje de la tiranía mercantil.
Pero Giuseppe Rensi no se queda ahí, sino que critica a aquellas personas que dicen que el poeta, el pintor, el músico o el artista en general, no deberían cobrar por dar al mundo su expresión. Las personas que piensan así son personas, según Rensi, que odian el trabajo, en especial, su trabajo, y que se detestan a sí mismas por su cobardía a la hora de no rebelarse ante la alienación de la que son víctimas.
Con este texto, recién editado en castellano por la editorial Firmamento, el filósofo italiano Giuseppe Rensi se adelanta unas décadas al movimiento situacionista que despegó con Guy Debord a finales de los años cincuenta. Una lectura fundamental para todas aquellas personas que hablan de "mercado laboral" y tratan el trabajo como mercancía; una acertada reflexión acerca del lugar que ocupamos en esta cadena de producción y consumo. No lo pierdan de vista, pues, ante la inundación de novedades librescas, este ensayo destaca sobre todos los demás como una pepita de oro entre una montonera de chatarra.