Los niños no siempre han ido de azul y las niñas de rosa. En realidad esta costumbre tiene menos de 100 años. El arte demuestra que antes se hacía justo al revés, aunque la razón es mucho más machista de lo que imagináis.
El rojo es el color del poder, el que han llevado siempre papas, reyes y nobles en general. Como los que mandaban eran casi siempre hombres, ese color empezó a asociarse con el género masculino. Así que el rosa, su versión más suave e infantil, estaba reservado para los niños.
El azul, por su parte, simboliza la pureza y es el color de la virgen. Si os fijáis en cualquier cuadro en el que aparezca, casi seguro que va de azul. Como homenaje a ella, se vestía también a las recién nacidas de ese mismo color.