Me despierto con un whatsapp que me dice que Nacho Azofra, el mítico jugador del Estudiantes y mi ídolo de adolescencia, está ingresado con neumonía. Que no le han puesto oxígeno y que iba a desayunar, que se siente razonablemente bien. No tengo ni que mirarlo, porque soy un fan: Nacho Azofra es de la generación del 69, así que los 50 ya no los cumple. Hago cálculos rápidos sobre los riesgos, repaso casos de conocidos de esa edad que lo han pasado, pienso que es fuerte, un deportista, que es joven y que va a estar bien. Quiero creerlo y no hay razones para pensar lo contrario.
Quiero mucho a Nacho Azofra. De manera irracional, como se quiere a los símbolos. Hay quien suelta lágrimas con el himno nacional o la Virgen de la Macarena, yo las suelto cuando pienso en un triple al contraataque parando en un tiempo de Nacho. En su velocidad, en su cara de genio loco, en toda la felicidad que sentía viendo jugar con la camiseta de mi equipo a uno como yo. Si el Estudiantes es mi patria, Nacho Azofra es mi rey. Siempre he pensado que hay muy pocos casos en la historia en los que lo que significa una camiseta le siente tan bien a la piel de un deportista. No creo que sepa explicar lo especial que es para mí.
No sé si os ha pasado alguna vez que habéis conocido a alguien que idolatrabais y luego resultó ser un o una gilipollas. Yo, de hecho, intento no tener contacto personal con gente a la que admiro porque para qué, si luego resulta ser un imbécil y te va a quitar la ilusión.
'El Nacho jugador y el Nacho persona van en absoluta sintonía'
Con 18 años entré a trabajar como voluntario en el departamento de prensa del Estudiantes. El club cumplía su 50 aniversario. Yo era un loco del Estudiantes y empezaba la carrera de Periodismo. La primera vez que Nacho me dirigió la palabra fue alucinante. En 20 años hemos hablado muchísimas veces. Siempre sonríe. Siempre. Es de esas personas que entra en una habitación y ese sitio, al momento, se convierte en un lugar mejor. Hables con quien hables, te dirá lo mismo. Es un consenso casi universal que el Nacho jugador y el Nacho persona van en absoluta sintonía.
Me flipa su despiste, lo fuera que está de la realidad a veces, como si en su cabeza se dibujaran constantemente asistencias imposibles y no pudiera estar atento al suelo que pisa. Llamarlo al móvil era una aventura, no se sacó el carné de conducir hasta, diría, bien entrados los 30 años… Va por libre. Me lo he encontrado en los sitios más dispares: en bares la mayoría de las veces, en postpartidos (en Gran Canaria nos dio un pastón a los aficionados que fuimos hasta allí para que nos emborracháramos a gusto), en el autobús, en Sol durante el 15-M lo vi con una cámara haciendo fotos a todo lo que había allí… Es de esas personas que no necesita forzar nada para ser encantador. Él lo es. Punto.
Me dicen que está preocupado y ansioso. Lógico. A mí solo me gustaría que supiera que mucha gente, a la que fue tratando bien durante los años, a la que hizo feliz jugando al baloncesto como él quería pero haciéndonos sentir que era para nosotros, los que sentimos que era uno de los nuestros como ningún otro, que todos esos estamos preocupados como si fuera de nuestra familia. Estoy seguro de que esto que escribo lo suscribe mucha gente. Azofra no tiene redes sociales ni afán de protagonismo. Si de él dependiera, nadie se enteraría de que está en el hospital por esta mierda. Siento hacerte la putada de contarlo, Nacho, pero también quiero que sepas que te queremos mucho y que estaremos pendientes. Y que pasan los años y sigues siendo especial. Y que eso ni se compra ni se paga.