No sé cuándo salí por última vez de casa. He intentado hacer memoria sin mirar whatsapp para encontrar pistas de cuándo fue, por ejemplo, y no soy capaz de recordar el último día que crucé la puerta para ir a comprar. Va camino de dos semanas, creo. Por no salir a por el pan lo estamos haciendo casero, por apurar las salidas nos quedamos sin fruta ni yogures, hemos conseguido pedir algunas cosas, las justitas, para que nos las traigan a casa… Por no gastar creo que, inconscientemente, estoy comiendo poquísimo. Hemos reducido el consumo a unos niveles que se supone que me tendría que hacer sentir orgulloso, porque siempre he aborrecido el consumismo. Y no, esto no me está haciendo bien.
"Porque cuando esto acabe tendremos que consumir. Se ha demostrado que vivimos en un sistema que colapsa si para dos meses. Es algo que habrá que repensar de cara al futuro..."
Al principio pensaba que cuando todo esto acabase iba a querer salir, ir a cenar, tomar muchas cañas en terrazas. Gastar y no pisar mi casa. Ahora no lo tengo tan claro. Me siento tan seguro bajo mi techo y me estoy haciendo tan deprisa a esta forma de vida que no sé si cuando salga, la desescalada del confinamiento no va a ser también individual. Que hasta que YO QUIERA recuperar mi vida anterior no sé si no van a pasar semanas o meses. Ahora mismo lo que hay más allá de la puerta es una amenaza a la que procuro enfrentarme lo menos posible. Y es irracional, lo sé, y pasará. Por mi bien y por el de todos.
Porque cuando esto acabe tendremos que consumir. Se ha demostrado que vivimos en un sistema que colapsa si para dos meses. Es algo que habrá que repensar de cara al futuro, digo yo, aunque no tengo ninguna esperanza en que se haga de manera inmediata. Pero bueno, que este texto no va de esto. Va de que cuando esto acabe, en los grados y los plazos que sean, estaremos obligados a salir. A ir al bar para que el del bar pueda sobrevivir. A comprar en la juguetería para que la de la juguetería pueda sacar la cabeza. Habrá que ir al cine para que toda la industria se recupere. Consumir será ayudar, porque habrá mucha gente que no podrá hacerlo. Y, en el fondo, es un mecanismo tan sumamente perverso que da miedo, pero habrá que sumarse. Me veo teniendo que recuperar mi vida anterior a la fuerza y es algo que jamás pensé que se me pasaría por la cabeza. Pero está ahí.
"Me veo teniendo que recuperar mi vida anterior a la fuerza y es algo que jamás pensé que se me pasaría por la cabeza"
Como tengo la cabeza literalmente a mil, como no paro de pensar en escenarios presentes, futuros, existentes e inexistentes, tiendo a mirar mucho a mis hijos. M, casi seis años; H, tres. Para ellos salir de casa parece que ha dejado de ser una opción y es el presente, lo que hacen cada día, lo que marca sus vidas. El siguiente juego, la próxima actividad, qué peli vemos. Cómo extorsionarte para comer algo con azúcar o mangonearte para que juegues a lo que ellos quieren y como ellos quieren. Te seducen, te hacen reír, te hacen pasar las horas llevándote a su mundo. Y en ese universo suyo no hay que consumir para mantener nada, no hay más miedo del necesario, hay una capacidad de adaptación optimista a las cosas que es una bendición. Están mejor que yo ahora y estarán mejor que yo en el futuro. No tengo ninguna duda de que saldrán de esta tan bien como entraron. La que era mi mayor preocupación al principio del confinamiento ahora es mi más severa certeza. Y, por un rato, me siento mejor.