Es la primera vez que se suspenden los Carnavales en las Islas Canarias.
Durante la dictadura franquista fueron prohibidos.
Pero se siguieron celebrando de manera clandestina.
Se escondió así la alegría debajo de la ropa.
Ocultando el brillo y el color.
Guardando el disfraz cerca de la piel.
Es la primera vez que no habrá Carnavales.
Que se pospondrán.
Pero lo que se está posponiendo no es solo una fiesta, no.
Es esa resistencia íntima a la normalidad.
Esa liberación de las imposturas y compromisos.
Porque lo que sabemos los canarios y las canarias es que el disfraz lo llevamos durante todo el año.
Y que cuando llegan los Carnavales podemos, por fin, ser lo que queramos.
Ser, sin sentir el juicio ajeno.
Ser, sin vergüenza o culpa.
Los Carnavales forman parte de la identidad de nuestras islas porque nos dan la oportunidad de vivir por encima de nuestras realidades.
Hacen posible el sueño.
Cristalizan la fantasía.
Nos conectan inmediatamente con el asombro de la infancia.
Ponen de manifiesto la gris perfomatividad del día a día.
Los Carnavales son lo contrario al individualismo.
Porque si algo tiene la calle es que es colectiva.
Es del pueblo.
Todo aquel que piense que está solo y que está mal
Tiene que saber que no es así
Que en la vida no hay nadie solo, siempre hay alguien.
Los Carnavales consisten en poner la carne en común.
Para bailarla.
Este año los Carnavales se llevarán por dentro.
Y aunque nos dé pena es así como tiene que ser porque no queda otra: no es el fin del mundo.
Llegará otro futuro.
Ha de llegar.
Todo aquel que piense que la vida siempre es cruel
Tiene que saber que no es así
Que tan solo hay momentos malos y todo pasa
Este año faltará la cabalgata, la elección de la reina, la gala draq queen, las murgas, faltará «marejada, marejada», faltarán los churros con chocolate, faltará el entierro de la sardina, faltará todo ese sonido, ese latido de la existencia, faltará el no reconocernos hasta que por fin nos reconocemos, faltará eso que solo puedes saber lo que es cuando lo vives.
Pero chiques, no hay que llorar.
Oh-oh-oh, ay, no hay que llorar (No hay que llorar)
Que la vida es un carnaval
Y es más bello vivir cantando
Oh-oh-oh, ay, no hay que llorar (No hay que llorar)
Que la vida es un carnaval
Y las penas se van cantando
Aunque no podamos salir.
Podemos cantar.
Para que las penas se vayan.
Y la vida vuelva bella.