Me preocupa la normalización de la violencia machista que se ejerce sobre las mujeres por el hecho de ser mujeres.
Que se dé la noticia de un nuevo feminicidio y se haga entre otras dos noticias completamente anodinas.
Una que anuncia las rebajas y otra de que un equipo de fútbol ha ganado un partido.
Me preocupa que se pase de puntillas sobre el dolor y la gravedad, que nos acostumbremos a que se haga desaparecer forzosamente a las mujeres de sus existencias.
Que llegue un momento que no lo sintamos.
Que nuestro cerebro diga "otra más" y continuemos a "otra cosa".
Porque las mujeres no son cosas.
Porque el problema reside en percibirlas como tales.
Como objetos que pueden ser sustituidos, instrumentalizados o arrancados.
Me preocupa que alguien pueda pensar que así es la vida.
Que ser asesinada por un hombre sea considerado un riesgo inherente al hecho de ser mujer.
Que se perciba como mala suerte.
Oh, vaya.
Como si fuera un accidente, un tropiezo, una desafortunada casualidad.
Como si no fuera consecuencia y tuviera su origen en el machismo.
Como si fuera algo que simplemente le sucede a las mujeres.
Desde que comenzó el año 2020 han sido asesinadas en España diez mujeres a manos de hombres.
Diez mujeres cuyos nombres no han sido Trending Topic como sí lo ha sido el del actor Kirk Douglas al fallecer de manera natural a los 103 años.
Se han producido más de mil feminicidios en España desde el año 2003.
El mismo número de víctimas que hasta este momento ha dejado el coronavirus.
Pero la alarma social la provoca un virus y no la provoca la violencia machista que según la ONU es una pandemia mundial.
Y esto no quiere decir que no sintamos la pérdida de Kirk o que no nos preocupe el coronavirus.
Esto quiere decir que nos preguntemos qué valor le damos a las mujeres y sus vidas en esta sociedad.
Me pregunto qué sucedería si en estos días que llevamos de principios de año diez futbolistas hubieran sido asesinados por ser futbolistas.
Porque se nos ha educado para pensar que los futbolistas son inferiores a los seres humanos y que nos pertenecen y por tanto podemos hacer con ellos lo que queramos.
¿Cuál habría sido la reacción de los hombres ante estos futbolicidios?
Habrían mostrado una indignación sin precedentes.
Habrían salido a las calles a manifestarse por este horror y esta injusticia.
Habrían paralizado este país.
¿Por qué no cuando se trata de las mujeres?
La violencia machista no es un problema "de" las mujeres.
Es un problema de todos y todas.
Nos incumbe a toda la humanidad.
Diez mujeres desde que comenzó este año ya no están en este mundo.
No pueden llamar a sus hermanas para preguntarles qué tal.
No pueden vivir otra Navidad.
No pueden hacer planes o empezar un libro.
Ni Mónica, ni su hija Clara, ni Olga, ni Judith, ni Liliana, ni María, ni Manuela, ni Rosa, ni Ana, ni Clara María.
Mujeres con nombre, con raíces, con historias y vínculos.
Y no simples cuerpos vacíos.