Dice Alicia Rubio, diputada de la Asamblea de Madrid por Vox, que el feminismo es un cáncer.
Lo dice siendo mujer desde un cargo público que el propio feminismo le ha permitido ocupar.
Lo dice habiendo podido ser votada por otras mujeres ya que el feminismo luchó para que así fuese.
Lo dice como si el machismo no fuese la auténtica enfermedad de nuestra sociedad, lo que mata, agrede, golpea y viola a las mujeres todos los días por el hecho de ser mujeres.
¿A cuántos hombres ha matado el feminismo, Sra. Rubio? ¿A cuántos ha violado?
Ya le respondo yo: a ninguno.
¿Sabe a cuántas mujeres ha matado el machismo solo en este país, Sra. Rubio?
A más mujeres que personas el terrorismo.
Decir que el feminismo es un cáncer y relacionarlo con algo maligno es de una imprudencia bestial.
Lo es porque el feminismo viene a darnos una oportunidad para hacer las cosas mejor.
Porque interpela a toda la humanidad y trata sobre Derechos Humanos.
Porque es justo y necesario y urgente.
Porque es una esperanza.
Una certeza.
Algo que todos y todas deberíamos aprender desde el principio y en todas las escuelas para cambiar las cosas.
La educación feminista debería ser imprescindible.
Pero dice Alicia Rubio que no.
Que ella en lugar de enseñar feminismo pondría costura como asignatura obligatoria porque coser un botón empodera mucho a las mujeres.
Y lo dice como si las feministas no cosieran botones.
Como si las feministas no hubieran puesto en el centro la vida.
Si eso es precisamente lo que ha venido a hacer el feminismo.
Pero requiriendo a todos los seres humanos.
Que no sean solo las mujeres las que de manera invisible, no remunerada y sin ningún tipo de reconocimiento, solucionan milagrosamente los problemas.
Que ellas se encargan de todo lo que no se ve.
De coser los botones para que los trajes de los candidatos a las presidencias de los gobiernos se puedan volver a abrochar.
Que ellos recojan la fama.
De lo que se trata es de que no sea responsabilidad única de las mujeres el tener que procurar el orden del que luego se aprovechan los hombres.
Que ellos también se empoderen cosiendo un botón, limpiando el culo de sus hijos o de sus abuelas o realizando cualquier actividad doméstica alejada del prestigio masculino.
Coser es un acto intrínsecamente vinculado a los cuidados.
Y lo que el feminismo plantea es poner en valor esos cuidados.
Que se repartan de manera igualitaria entre hombres y mujeres.
Dice Alicia Rubio que el feminismo representa fraudulentamente a las mujeres.
Cuando lo que el feminismo ha venido es a revelar los matices.
A dignificar las sombras y el movimiento.
A poner de manifiesto que no existe una única forma de ser mujer sino infinitas formas y todas igual de válidas.
A liberar para no sentir culpa por no ser de un modo concreto.
Sin pedir permiso ni tampoco perdón.
Por eso el feminismo, Sra. Rubio, es lo contrario al cáncer.
Porque si a algo te ayuda el feminismo.
Es a vivir mucho más.