No, no puedes con todo y querer no es poder.
A veces tratas bien a los demás y no recibes nada.
Otras te portas fatal y te haces rico.
No todo depende de ti.
Existe una estructura que nos conforma.
No todas las personas parten del mismo lugar.
Ni tienen las mismas oportunidades.
Hay cuestiones que son producto de un accidente.
Lo es que te caiga una bola de granizo en la cabeza y te mate.
Que tu cuerpo se defienda de sí mismo.
También estar en el lugar adecuado en el momento preciso para la fama.
Hay gente con mucho talento que jamás estará en ese lugar.
Gente sin ningún talento que jamás pensó en llegar allí.
Cuando alguien dice que los sueños se cumplen.
Lo que está haciendo es universalizar una experiencia personal.
No, los sueños muchas veces no se cumplen.
Porque para que se cumplan los sueños de algunos.
Los de otros deben fracasar.
No hay sueños para tanta humanidad.
Tampoco sirve a veces esforzarse.
La cultura del esfuerzo promete un resultado.
Una certeza en un mundo plagado de incertidumbres.
Pero a veces te esfuerzas y te dejan.
A veces estudias y suspendes.
A veces no basta con la voluntad.
Y tenemos que aceptarlo.
Aceptar que hay multitud de cosas que no dependen de uno mismo.
Y que menos mal que no dependen de uno.
Cosas que no podemos controlar.
Cosas a las que les importa muy poco nuestras ganas.
Objetivos que en lugar de ser fijos se mueven azotados por el viento de los demás.
Los seres humanos somos porque hay otros.
Y en la medida en que existen otros tendremos que asumir que el camino no es recto.
Porque te duele, porque estás triste, porque pierdes, porque sientes rabia.
Porque vivir supone asumir que no podemos tenerlo todo planeado.
De hecho vivir supone cambiar de planes.
Porque la vida no dejará de asombrarte para que te adaptes.
Vivir es fallar.
Y no conseguirlo.
Porque no es obligatorio intentarlo otra vez.
Porque podemos retirarnos.
Porque no hay nada que demostrar a nadie ni a uno mismo.
Lo único importante es estar.
Intentando no hacerse, ni hacer, mucho daño.