Cada vez que se celebran unas elecciones, la población está pendiente de lo que dicen las encuestas: el barómetro del CIS, los barómetros de los medios de comunicación, como el de laSexta y los muchos sondeos que se publican a lo largo del año pero, con mayor frecuencia, de cara a una cita electoral. Pero la ley electoral es clara: los últimos cinco días de la campaña electoral, está prohibido publicar y difundir sondeos o encuestas nuevas. Pero de repente llega el día de la elección y aparecen estos nuevos sondeos, también conocidos como encuestas israelitas, que dan datos de cómo podría acabar la jornada.
A diferencia de las encuestas, los sondeos a pie de urna son una serie de encuestas que se realizan a los votantes una vez que han acudido a votar: ya no se mide la intención del voto, sino que muestran (o deberían mostrar, si el votante dice la verdad) a quién han votado realmente los electores. Este tipo de encuestas sirven como 'termómetro' para ver por dónde se van a mover los datos de cada proceso electoral, antes incluso de que cierren los colegios electorales y, por supuesto, antes de que se publiquen los primeros datos reales.
Sin embargo, estos sondeos no siempre han sido fiables: es llamativo el caso de las elecciones generales de 2016, cuando las encuestas a pie de urna avanzaban el 'sorpasso' de Podemos al PSOE, que nunca llegó a ser realidad y que se sumó, además, a un incremento en el apoyo del electorado al Partido Popular. Lo cierto es que en aquella ocasión los expertos fueron claros: no habían sabido analizar la información. "El votante no miente", aseguraba Narciso Michavila, presidente de GAD3. "Si hemos fallado ha sido por nuestra falta de capacidad de análisis". José Miguel de Elías, director de comunicación y análisis de Sigma Dos, añadía que los "mecanismos de control" no habían sido "suficientes".
¿Por qué cada vez hay menos sondeos a pie de urna?
Una de las razones por las que se recurre menos a este tipo de encuestas es por su coste: el precio de una encuesta de este tipo es hasta 15 veces superior al de una encuesta convencional (un estudio telefónico, por ejemplo). Según 'Confidencial Digital', una encuesta de este tipo puede llegar a costar medio millón de euros, frente a los 30.000 que puede valer un sondeo de intención de voto.
No obstante, también su fiabilidad (o falta de ella) también es un factor a tener en cuenta: un estudio del Grupo de Investigación de Procesos Electorales y Opinión Pública de la Universitat de València publicado en 2017 atribuía los errores en este tipo de sondeos al 40% de las personas que no quieren participar en las mismas. Según este estudio, basado en siete muestras electorales autonómicas en las que participaron más de 165.000 votantes entre 2003 y 2012, un segmento ideológico que oculta el voto y que representa a cuatro de cada diez personas consultadas causa los errores en las israelitas.
¿Hay sondeos a pie de urna el 28M?
En todas las elecciones suele haber sondeos a pie de urna, aunque no siempre es sencillo saber cuáles se van a publicar. En las elecciones generales de 2019, por ejemplo, sólo se publicó una encuesta elaborada por GAD3 en varias oleadas.
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En estas municipales se espera alguna encuesta a pie de urna, pero en cualquier caso, de publicarse no verá la luz hasta que cierren los colegios electorales, dado que la Junta Electoral establece que si bien durante el día de las votaciones se permite cualquier actividad, ésta no puede tener incidencia en el proceso electoral.
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