LA DE ONÉSIMO Y RAFAEL, UNA DE TANTAS FAMILIAS DIVIDIDAS POR LA FRONTERA

Cumpleaños, besos y abrazos con barrotes de por medio: familias divididas por el muro entre EEUU y México

Un equipo de laSexta visita las dos Nogales, ciudades de Sonora, en México, y Arizona, EEUU, dividida por una valla fronteriza que pronto quedará reforzada por el proyecto de Donald Trump; una valla que deja imágenes tan impactantes como tristes: una fiesta de cumpleaños celebrada entre el acero que divide a una familia.

Muro entre EEUU y México

Se podría decir que Nogales son dos ciudades, o quizá sólo una partida en dos. Una parte se halla situada en el condado de Santa Cruz, en Arizona, EEUU. Allí, la vista permite alcanzar buenas casas, buenos coches. Esto es, calidad de vida y notable opulencia en un territorio ocupado por más del 90% de la población latina.Un porcentaje que, aunque elevado, se antoja normal, pues al sur se alza su otra mitad.

[[DEST:Es la 'cara B' de una ciudad sacudida de lleno por un proyecto megalómano iniciado en 1994 por Ronald Reagan y que reavivará la desigualdad con Trump]]

Heroica Nogales, más conocida como Nogales, nace del estado mexicano de Sonora. Allí, el panorama es radicalmente opuesto al territorio estadounidense: sólo queda miseria, hambre y violencia. Es la 'cara B' de una ciudad sacudida de lleno por un proyecto megalómano iniciado en 1994 por Ronald Reagan y que reavivará la desigualdad con Trump: el muro que separa Estados Unidos de México.

A los dos lados de la ciudad de Nogales, una familia entona un 'cumpleaños feliz' que derrumba por unos instantes, pero con sonora fuerza, los centímetros de acero que separan a una familia dividida por el muro entre Estados Unidos y México; una de tantas. Y laSexta es testigo de esta fiesta tan sorprendente como descorazonadora.

Onésimo cumple años rodeado de los suyos, pero rompe con cualquier tipo de festividad común. Se ha visto obligado a celebrar su aniversario junto a la valla fronteriza porque, aunque la mayoría de su familia está en México, su hijo Rafael vive en Phoenix, Estados Unidos. Ambos se han reencontrado después de 16 años sin verse.

"Después de 18 años, es la primera vez que estoy con él en su cumpleaños", cuenta Rafael. Durante todo ese tiempo, el hijo no se atrevía a viajar hasta la frontera por si le detenían. El joven trabaja actualmente en Estados Unidos de forma legal, pero no puede visitar a su familia en México. Si lo hace, no le dejarían entrar nuevamente en el país donde reside.

Rafael explica que el permiso sólo le sirve únicamente para estar en Estados Unidos. "No es para salir, no para reentrar. Es un permiso de trabajo", precisa. Y habla sin rodeos de una situación que no hace más que alimentar la enemistad entre dos mundos tan iguales para estos ciudadanos como diferentes para los políticos. "Es muy duro. Estamos separados uno a un lado y al otro, pero nos da gusto encontrarnos, como estamos ahora, que nos vemos aquí", señala Onésimo.

[[DEST:Los abrazos y besos entre familiares, toda la celebración, en definitiva, tiene lugar con barrotes de por medio]]

Con este paradigma se da una reunión que deja escenas cariñosas en un contexto duro y difícil de entender en pleno siglo XXI: los abrazos y los besos entre familiares, toda la celebración, en definitiva, tiene lugar con barrotes de por medio. En la foto de familia que quedará para el recuerdo, entre madres, abuelos, nietos y biznietos se cuelan sin remedio el acero que les separa.

Junto a ellos, la guardia fronteriza se muestra como elemento amenazante con un ojo puesto de forma constante en la fiesta. No quieren que se pasen regalos ni objetos entre los barrotes. No quieren que nada -nadie- entre en Estados Unidos. Ni siquiera la tarta, por lo que, para poder comérsela, Rafael tiene que meter su boca en México.

La de Onésimo y Rafael es una de las miles de familias que se ven afectadas por la valla fronteriza. Manuel, entrevistado por el equipo de laSexta, es otro de los tantos ejemplos. Vivió durante 17 años en Estados Unidos. Allí crió a sus hijos. Pero no tenía permiso de trabajo, le cogieron y ahora tiene que verles tras los barrotes. Intentó cruzar ilegalmente a través del desierto, pero se perdió y tuvo que entregarse para no morir.

"Por los hijos se hace de todo. Uno necesita estar en esta situación para saber si puedes arriesgar tu vida por tu familia", asegura. Actualmente, un tercio de la frontera está cerrada por murallas, alambradas o vallas. El nuevo presidente va a cerrar casi todos los huecos que quedan y reforzará los ya existentes. Solo dejará abierta, de momento, la zona de Texas, un desierto casi insalvable para los emigrantes. Aun así, ha prometido que también terminará cerrándolo.

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