Al amor le da igual. Siempre se ha abierto paso y el arte ha sido su testigo. Hace 40 años, en Barcelona, se hicieron unas fotos históricas en la primera manifestación del Orgullo LGTBI en nuestro país. Y hasta hoy siempre con ganas de luchar, de amarse en libertad.
"Vamos a seguir siendo subversivas porque tenemos la obligación de cambiar el mundo y de teñirlo del color del arcoíris", afirma Boti Garcia Rodrigo, presidenta de la FELGTB
En las clásicas paredes del Museo del Prado también hay sitio para el amor sin fronteras. Han armado un itinerario llamado 'La Mirada del Otro' en el que podremos admirar 30 obras que no son lo que siempre han parecido.
"Formaban parte de ese mundo y de alguna forma estaban ignorados. Goya lo individualiza, lo significa y lo titula con la palabra 'maricón'", explica Alvaro Perdices, coordinador de exposiciones del Museo del Prado.
En 'el maricón de la tía Gila', Goya no quiere ser literal. Es una crítica. Una reflexión sobre una marginalidad de la que Rosa Bonheur sabía mucho. Esta artista francesa del siglo XIX vivió con dos mujeres a lo largo de su vida. Pidió un permiso de travestismo permanente para poder llevar pantalones, algo prohibido a las mujeres entonces. Así podía disfrazarse y pintar en sitios donde no le permitían pasar.
Fruto de esa valentía es el 'Cid', con el que Bonheur reflejó lo salvaje, lo primario. El amor también es así, y le es indiferente el envoltorio en el que venga.