Las probabilidades de ganar el premio máximo de cualquier lotería siempre son bajas, pero a alguien le tiene que tocar. Después de varias semanas con el bote máximo histórico de Euromillones intacto, un británico se llevó los 230 millones del premio, aunque su identidad nunca fue revelada. En España, sí que se suele conocer a los ganadores de los grandes premios, por ejemplo, de la Lotería de Navidad, que salen en los medios celebrando haberse embolsado los 400.000 euros brutos del Gordo navideño. No obstante, cuando otros ganadores se llevan botes más cuantiosos sus identidades, en muchas ocasiones, nunca se conocen.
Recientemente, el Mega Millions entregó un gran bote de 1.337 millones de dólares a una sola persona, y la Lotería de Illinois anunció que el ganador no tendría que revelar su identidad. "Ha habido una ligera tendencia en la industria, cada cierto tiempo, de considerar el anonimato [de los ganadores de sorteos]", señala a la emisora estadounidense NPR el director ejectuvo de la Lotería de Arizona, Gregg Edgar. "[Se debate] que la legislación entre y cambie la manera en la que se gestionan las loterías, e incluyan cláusulas de anonimato". En este estado, por ejemplo, los ganadores de la Lotería solo disponían de 90 días de anonimato asegurado, antes de que la información del premiado fuera de carácter público. Ahora, en su propia página web explican que los ganadores de premios superiores a los 100.000 dólares pueden optar por mantener su nombre confidencial de manera permanente.
La Asociación Estadounidense de Loterías Estatales y Provinciales —el equivalente de la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE), en España—, organización comercial sin ánimo de lucro, asegura que los jugadores no pueden permanecer en el anonimato en la mayor parte de las jurisdicciones de los estados. "Los legisladores estatales y provinciales quieren que el público sepa que la lotería se lleva a cabo con honestidad y por lo tanto exigen que, como mínimo, se indique el nombre del ganador y su ciudad de referencia. "De este modo, el público puede estar seguro de que el premio realmente se ha entregado a una persona real".
Edgar, por su parte, sostiene que existe una responsabilidad fiduciaria con los presupuestos de Arizona que les obliga a ser transparentes sobre cómo la organización gana y gasta dinero. "Muchos de nosotros lo vemos así: son fondos públicos, es dinero público, tenemos que asegurarnos de ser transparentes y de que la gente pueda ver que hay ganadores reales a los que les llega el dinero", apunta. No obstante, esa transparencia, asegura, debe equilibrarse con la protección de la seguridad de los ganadores.
En Estados Unidos, cada estado tiene sus propias leyes sobre registros públicos; el estado de Vermont, por ejemplo, es uno de los que no garantizan el anonimato del ganador, como ocurre en la mayoría de ellos. "Si bien la Lotería cumple las peticiones de los ganadores de que no se haga pública su información personal en redes sociales, cualquier ciudadano puede solicitar una copia del registro o inspeccionar los registros de la Lotería, según la ley estatal de registros públicos", ha explicado a la misma emisora la comisionada del departamento estatal de Licores y Loterías, Wendy Knight.
No obstante, en muchos estados los legisladores han presionado para que se pueda garantizar el anonimato de los ganadores de las loterías, citando preocupaciones en torno a la privacidad y seguridad de las personas. Por ejemplo, en el estado de Misouri se aprobó una ley en 2021 que tipifica como delito revelar la identidad de un ganador de algún sorteo de lotería. Según informó previamente la agencia Associated Press, los partidarios de legislar el anonimato de los premiados buscan protegerlos de amenazas o del acoso que se puede llegar a dar cuando se conoce su identidad.
¿Qué ocurre en España?
En España es común conocer la identidad de algunos premiados, especialmente en días de sorteos tan 'sociales' como son el de la Lotería de Navidad o el sorteo del Niño; sin embargo, no siempre se da a conocer el nombre de los ganadores de otros muchos sorteos, especialmente aquellos con botes más altos. SELAE, por su parte, siempre "ha respetado el deseo de los ganadores de permanecer en el anonimato", tal y como señaló la propia organización en un caso concreto, en 2011, cuando una persona ganó los 43 millones del Euromillones, cobró su premio pero decidió no hacer pública su identidad.
Desde la Sociedad señalan que "es costumbre habitual en España" no revelar el nombre ni otros datos personales de los ganadores de los premios, al contrario de lo que ocurre en otros países europeos "donde los agraciados aparecen ante los medios". En aquel caso particular, el boleto de Euromillones había sido validado en la administración n.º 3 de Guardo (Palencia), con unos 7.000 habitantes, e incluso la responsable del punto de venta donde se había validado la apuesta, Ana María Muñoz, aseguró no saber "nada" del ganador y se mostró "convencida de que no se sabrá nunca".